22 de agosto de 2009

TEMPESTAD SOBRE LA GOMERA


Tempestad sobre La Gomera I

Recuerdo vividamente aquella magnífica película, genialmente interpretada por Charles Laughton: Tempestad sobre Washington. Una sátira ácida, una censura acerada de las argucias y trampas de los malos profesionales de la política. En ella no se refleja la grandeza de la Política, pero si se recoge con nitidez el drama de la bajeza, la miseria y la mezquindad de las malas prácticas de gobierno. Esta introducción viene a cuento en relación con las denuncias presentadas ante la Fiscalía Anticorrupción por supuestos delitos contra la Administración Pública, que han trascendido y hemos conocido a través de los medios de comunicación. Conociendo los subterráneos de la política gomera, se puede afirmar que lo que de ella sabe la opinión pública es solo una mortecina penumbra de la oculta y hermética realidad. En el secretismo que se esconde en el Cabildo Insular, no solo están implicados los políticos, también una pléyade de funcionarios colocados a dedo. La corrupción hace décadas que se ha instalado en las corporaciones locales de La Gomera. Con la inhibición del Estado de Derecho. Es más, existen serios indicios de que muchos asuntos públicos se resuelven fuera de las sedes de las instituciones, en despachos privados. Como en el caso Malaya.

Todo comenzó en mayo del año 1991, cuando Casimiro Curbelo accedió a la presidencia del Cabildo Insular de La Gomera, después de haber sido condenado como alcalde. Por aquel entonces se inició la redacción de un Plan Insular de Ordenación del Territorio – PIOT- siguiendo las pautas que Casimiro les indicaba a sus redactores. El Avance del Plan le fue entregado al presidente del Cabildo quince meses antes de que este lo diera a conocer al Pleno de la Corporación, el día 29 de enero de 1994. Durante el tiempo que transcurre entre la entrega del Avance y su conocimiento por parte del Pleno, su hermano Hipólito Curbelo desarrolla una frenética actividad adquisitiva, comprando contra reloj 28 fincas rústicas y varias casas rurales, situadas en los parajes de Seima, Ayamosna y El Verodal, en el término municipal de San Sebastián. Todas favorecidas por el PIOT como idóneas para el turismo de senderismo rural. La superficie total de las fincas es aproximadamente de doscientos mil metros cuadrados. Y también en Los Aceviños, Hermigua, realizó adquisiciones en las mismas condiciones.

En el PIOT se proponía la rehabilitación de varias casas y caminos rurales, en especial un largo camino de herradura que une San Sebastián con los caseríos de Contreras, Simancas y Playa de Santiago, núcleo turístico de incuestionable relevancia. La finalidad, fomentar el turismo por los senderos que discurren a través de los terrenos adquiridos por Hipólito Curbelo.

Estas actuaciones evidencian como desde el año 1993, Hipólito Curbelo, con la complicidad de su hermano Casimiro, de forma continuada se ha beneficiado y enriquecido ilícitamente, recurriendo a la infidelidad en la custodia de documentos oficiales, a la información privilegiada y al tráfico de influencias. ¿Cómo pueden sentirse los humildes propietarios que vendieron a bajo precio los terrenos que sus antepasados les dejaron, desconociendo el destino y la revalorización que especulativamente el avance del PIOT iba a provocar?

A nadie se le oculta que el gomero, por temor a represalias y a venganzas de la política caciquil, es incapaz de criticar y censurar las actuaciones de sus políticos insulares y locales. Que en La Gomera hay miedo al poder instituido, es un axioma. El miedo es la peste moderna; en ella arraiga siempre el fascismo. Por ello, el miedo es el único enemigo en la Isla. No hay que claudicar ni capitular. A la extorsión mafiosa hay que oponer la condición de ciudadanos libres, para no caer en el vasallaje. En democracia, una persona valiente equivale a una mayoría. Por eso apelo a las mujeres, porque hombres con valor en la Isla quedan ya muy pocos. Los han diezmado, honor para ellos. Otros se han dejado atraer, seducir, cooptar, colocar, comprar, corromper, sodomizar y algunos han sido gratificados con un baño en las cloacas. Infamia. Que cada quien se sitúe según sus méritos o deméritos.

Frente a la vesania es difícil pretender que, de súbito, un cobarde se transforme en un héroe. La vida es una continua lucha, dice acertadamente Ortega, y el que no lo entienda así está predispuesto a sucumbir.

Tempestad sobre La Gomera II

Los políticos gomeros han convertido a la Isla en el sumidero de sus corrupciones y extorsiones. Se puede delinquir tanto por acción como por omisión; siendo encubridor, o cómplice, o simplemente tolerando las conductas delictuosas. En todo caso y circunstancia no sometiéndose al imperio de la Ley. En un Estado de Derecho, la Leyes la fecundidad, lo primigenio, sin su respeto y acatamiento no puede existir la Democracia, ni el justo orden. Nos despeñaríamos por el abismo del totalitarismo, la satrapía, la arbitrariedad, el libertinaje y la acracia.

La Gomera, para escarnio y vergüenza de las personas decentes, en estas dos últimas décadas se ha convertido en una tétrica y siniestra novela negra. Por entregas.

Todo comenzó antes, no en mayo de 1991, cuando Casimiro Curbelo accedió a la presidencia del Cabildo Insular, después de haber sido condenado criminalmente como Alcalde. No una, sino dos veces, por delitos contra la libertad. El más odioso de los delitos que pueda cometer una autoridad. Por detener y privar injustamente a dos ciudadanos de su libertad. Una alcaldada salvaje, impropia de un demócrata. Las sentencias las ocultó a los ciudadanos, a los medios de comunicación, a la opinión pública y a sus propios correligionarios; para volver a presentarse a las elecciones. En aquel entonces, Curbelo ya parecía sentirse por encima de la Ley. Lo curioso de su enjuiciamiento es que ha pasado a los tratados de Derecho Procesal y a la Jurisprudencia Penal, como un caso insólito: fue juzgado en la habitación del Hospital Insular con un cólico nefrítico. La primera vez que el Tribunal se desplazó a La Gomera por estar señalado el juicio, perdió el tiempo, no se celebró. Curbelo se encontraba internado en el Hospital con otro cólico. ¿Quién acreditaba su estado clínico? Su socio y amigo, el director del Hospital, el médico promotor y constructor inmobiliario Antonio Pérez. Hay que ser muy osado y temerario para intentar burlar dos veces a la Justicia. Las aves del mismo plumaje vuelan todas juntas.

Curbelo ahora se protege con el sayo del silencio, pero aún queda mucha borrasca. Desconoce el aforismo castellano: el que calla, otorga. Acostumbrado a que tres negros escribidores, a sueldo del Cabildo, le redacten sus apologéticos artículos ensalzando su suficiencia y su capacidad para el "buen gobierno", que después él envía a la prensa tinerfeña, para propagar y dar lecciones de su eficiencia. De los tres medios de comunicación que hay en la Isla, prensa, radio y televisión, el Cabildo es el titular. Una autentica borrachera de hagiografía. A la vista está, que con los medios que hay en la Isla, los ciudadanos no conocen el pluralismo informativo; ni el político. Los ciudadanos están adoctrinados. Es decir, se practica el totalitarismo más abyecto. Ni el Gran Hermano de George Orwell lo podría emular. ¡Tráiganme un antídoto, contra tanta ponzoña!

En otro orden de cosas, la labor "humanitaria" del Cabildo en Venezuela, de la cual presume su presidente es un fraude, una estafa. Bajo la noble cobertura humanitaria y asistencial se oculta un caladero de votos fraudulentos. El clientelismo de Curbelo ha logrado extender sus tentáculos mafiosos hasta Venezuela. Esto tiene toda la apariencia de una escandalosa malversación de fondos públicos. El monto total de los fondos, lo poco que se destina a la beneficencia para justificar gastos se hace de forma caprichosa y arbitraria, puro clientelismo dadivoso, una estafa organizada desde la calle Real de Sabana Grande, nº 5, sexta planta, Caracas. Edificio Metropolitano.

¿Desde cuándo las corporaciones locales tienen estatuto de extraterritorialidad?. ¿En que Ley se regula las competencias y atribuciones de las instituciones del Estado fuera del territorio nacional?. ¿La política exterior no es competencia exclusiva del Estado y se ejerce a través de nuestras porque hombres con valor en la Isla quedan ya muy pocos. Los han diezmado, honor para ellos. Otros se han dejado atraer, seducir, cooptar, colocar, comprar, corromper, sodomizar y algunos han sido gratificados con un baño en las cloacas. Infamia. Que cada quien se sitúe según sus méritos o deméritos.

Frente a la vesania es difícil pretender que, de súbito, un cobarde se transforme en un héroe. La vida es una continua lucha, dice acertadamente Ortega, y el que no lo entienda así está predispuesto a sucumbir.

Tempestad sobre La Gomera III

Cicerón, en una de sus catilinarias, en el Senado de Roma, emplaza a sus pares a descender al foro, a los mercados, a las plazas de la Civita, para que sometan su actividad pública al escrutinio, a la revisión o a la censura de sus conciudadanos. Ortega aboga por lo mismo en uno de sus artículos recogido en su obra “La Rebelión de las Masas”. Así sucede en las democracias más avanzadas; el ejemplo lo tenemos en los Estados Unidos, donde los candidatos son revisados hasta límites insospechados. Al Gobernador del estado de New York la opinión pública le ha exigido su dimisión, por una falta que en España no pasaría de ser leve. El político tiene que ser transparente, dice el presidente Suárez, debe llevar una vida decorosa y sujetarse a los usos y costumbres de la moral pública; que siempre son más exigentes.

¡Por las Gracias, que bella es La Gomera!, como diría Cicerón. Aunque siempre ha sido una isla desdichada, abandonada por sus políticos y entregada a su suerte. Primero fueron los señores feudales, después el caciquismo y ahora la mafia. Muchas señas de identidad coincidentes con la Sicilia o con la Calabria, que relata Leonardo Sciascia en su obra “Un hombre de honor”: la pobreza, un paro rampante, el miedo, la opresiva ley del silencio-omerta-, las persecuciones y las represalias. Estos son los componentes de un caldo de cultivo donde germina la mafia, que se manifiesta en un entramado de relaciones de los políticos con vínculos en las empresas, y de empresarios con vínculos en la política. El objeto de las empresas es preferentemente la urbanización de suelo, la promoción de obras y las contratas públicas y privadas.

En La Gomera, los fondos europeos para el desarrollo económico y social han sido saqueados, expoliados, malversados, dilapidados y despilfarrados. Se ha perdido la última oportunidad histórica. Los jóvenes, la esperanza de futuro que le quedaba a la Isla, el capital humano, se han visto obligados por las circunstancias a emigrar para buscarse la vida en el exterior. Solo queda una población avejentada, subsidiada, jubilada y pensionada. Cínicamente se ha presentado en el exterior una imagen de La Gomera idílica, pero esto no se corresponde con su panorama desolador. El que antaño fue el primer sector económico y productivo de la Isla, su feraz agricultura, con propiedad no se puede decir que esté arruinada. En verdad, la agricultura no está arrasada. Está aniquilada. Las paredes desmoronadas y las plataneras que quedan, marchitas en el suelo. El desastre es irreparable, y el Cabildo, en los años en que han fluido los fondos europeos, no se ha ocupado de prestarle el cuidado, la atención y la dedicación que la situación demandaba. Los fondos públicos del Plan de Medianías se los apropió la mafia. Los pocos agricultores que quedan se debaten entre la depresión y el alcoholismo. Este es el escenario. Maldita sea la mafia.

A todas estas, Curbelo peculando y amasando una fortuna en su “dedicación” al servicio público. Se embosca detrás de una serie de sociedades mercantiles -instrumentales o interpuestas-, dedicadas a la promoción y a la construcción inmobiliarias. Veinticinco años de poder absoluto dan para tanto y para mucho más. Detrás del acopio fácil y súbito de una fortuna siempre hay un crimen, dice Emile Zolá. Los cubanos son más jocosos, utilizando la sentencia tropical: “el tiburón, cuando se baña, bien que salpica”.

Cuando Curbelo cayó en paracaídas sobre la política, prácticamente era un indigente, sin oficio ni beneficio conocido, un parado más. Su licenciatura en Geografía le sirvió para que un tribunal “ad hoc” le concediera la plaza de profesor de enseñanza secundaria, que nunca ha llegado a ejercer. Es listo, astuto y temerario, como los ratones colorados. Pero de ahí no pasa. La declarada vocación de benefactor en Venezuela y esa querencia por el oficio de sepulturero, son un enigma; vaya usted a saber si también hay negocio por medio. Ahora la mafia está obnubilada rastreando terrenos apropiados que comprar para la instalación de los artilugios que producen las energías renovables. Y el padrino repartiendo de forma arbitraria, entre los componentes de la mafia, calificaciones territoriales de parcelas para la construcción de hoteles rurales; sin que tales parcelas reúnan los requisitos exigidos en la Ley Territorial 6/2002, ni en el Plan Territorial Especial de Desarrollo Turístico de la Isla de La Gomera, en la modalidad de turismo asimilable. Su patológica temeridad le lleva continuamente a situarse por encima de la Ley.

La suerte está echada. La ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento. Conociendo las denuncias presentadas en la Fiscalía Anticorrupción por la presunta comisión de delitos contra la Ordenación del Territorio y contra la Administración Pública, en ellas prevalece el nepotismo a la hora de repartir figuras urbanísticas entre los miembros de la mafia: políticos, técnicos, funcionarios a dedo, socios, amigotes y empresas mercantiles camufladas que emergen desde la quietud de los Registros.

Es imperativo, por higiene democrática, que Curbelo desvele a los ciudadanos y a la opinión pública la declaración de su patrimonio, formulada en los respectivos registros de intereses de las Cámaras donde se apoltrona, para no mancillar a las instituciones. Esto se debe dirimir en los tribunales. Pero antes, ¡Dimisión ya!, por el bien de la Isla.

Todos se creen los más listos, hasta que los cogen con las manos en la masa, o donde sea. La decencia de los políticos, siempre está en entredicho. Son los que tienen que dar lecciones de moral, antes de que sean suspendidos. Lo que mejor ilustra la situación actual, es la absoluta falta de ejemplaridad y de ética de la mayoría de los políticos de la Isla, que acompañan su mediocridad con una bien retribuida y visible circulación entre el poder político y el poder económico. Tantos son los nombres que dan cuerpo cotidiano a la sospecha, que el sistema democrático termina por debilitarse. Si a la ignominia hubiera que ponerle nombre y apellido, podría muy bien llamarse Casimiro Curbelo.

Si hubiera decencia sucedería lo que en la época de la República en Roma con los políticos corruptos, que el descrédito que al instante se abatía sobre los infractores, era tan absoluto que caían sin remedio en desgracia y eran rechazados, despreciados y maldecidos por la gran mayoría de sus conciudadanos.

Tempestad sobre La Gomera IV

Descendamos a lo prosaico y abandonemos temporalmente la pedagogía sobre la historia, la política y la moral pública. Vamos a prestar atención a la casuística, a los hechos concretos, procurando no ser exhaustivos. Es inútil dar lecciones de moral pública a un amoral, que no tiene gallardía y es un cobarde.

Hipólito Curbelo desde siempre ha tenido vocación de tratante de terrenos y de casas, para especular. Vocación que se vio estimulada con la llegada a la política de su hermano Casimiro. En el principio, como dice el Génesis, fue el arrabal de Las Galanas; después, Casimiro se fijó en la comuna de “El Cabrito”, posteriormente fue el pelotazo de la playa de Avalos y a continuación cultivó su amistad con un mafioso narcotraficante italiano. Aunque fue con la operación “Bahia de Avalos S.L.” cuando Casimiro comenzó a volar rasante. Se mutó en ave depredadora y cayó en la cuenta que los augurios estaban de su parte y los dioses le habían concedido el don de la ubicuidad.

Como buen hurón que es, no hay madriguera en la Isla, del uno al otro confín, que no haya visitado. Su alimento preferido son las promotoras y las contratas, una auténtica colusión, o cualquier otro cambalache donde pueda hacer negocio. Llegado el caso, la emprende con todo: calificaciones de terrenos, negocios en Venezuela, pompas fúnebres, y lo demás que pueda caer será bienvenido para engrasar los engranajes de la mafia. Curbelo siempre ha colocado y ocupando a los familiares y amigotes de la mafia. Con el trazado de los proyectos de infraestructura viaria sucede otro tanto: cuantos más kilómetros y más curvas añadidas, más abultado y oneroso el presupuesto, más ganancias para todos y más beneficios para la mafia. Es lo que sucede con el ensanche de la travesía de Hermigua, de la que está muy pendiente la mafia. Por todos es conocido que le repugna que en su presencia se mencione la palabra soborno, gratificación, compra o comisión. Son gajes del oficio, cuando la concepción de la política es la de un negocio privado entre mafiosos.

Hipólito Curbelo se estrenó como paisajista, urbanista y promotor inmobiliario con el arrabal de “Las Galanas”, adelantándose al planeamiento urbano de la Villa. Eran otros tiempos, cualquier aficionado podía ejercer de arquitecto, ingeniero o aparejador. Abrió cuatro caminos de tierra y comenzó a construir casas y vender parcelas, por su cuenta y riesgo, sin licencia municipal, ya que el suelo rustico no estaba recalificado. Detrás llegó el alcalde y regularizó la situación: el Ayuntamiento asfaltó, pavimentó, puso el alumbrado, la infraestructura sanitaria y conectó el agua. Un alcalde emprendedor: primero lo mío y lo de mi hermano, después la mafia y, si queda algo, los vecinos; que para eso yo estoy en la política.

Con el albergue de alta montaña de Vegaipala, más de lo mismo. Un capricho del alcalde, de acuerdo con el director del Parque y con el sobreguarda forestal del Icona. Con él se pretendía darle vida al barrio, fomentar el turismo montañero e impactar el medio con semejante bodrio. Los dos primeros objetivos no se han cumplido, el tercero sería demolerlo. Al poco tiempo de terminarse estaba en desuso, como la quesería de Alajeró, salvo para la familia Curbelo que son los vecinos de Vegaipala. Un caso de favoritismo y nepotismo, porque el lugar no ofrece interés paisajistico y está muy cerca de donde se cometió un asesinato en extrañas circunstancias y aún sin esclarecer, que los gomeros no han olvidado.

Lo del mafioso italiano Franco Melloni, es un caso paradigmático de cómo Cosa Nostra extiende sus tentáculos en actividades fuera de Italia. Cuando Melloni arribó a La Gomera, su apariencia “ostentórea” no engañaba a un atento observador: coche de alta gama, yate de magnate, modales pendencieros y liquidez monetaria. El yate, con base en San Sebastián, zarpaba y regresaba, con singladura en Brasil, unas cuantas veces al año. El mafioso, con el crédito que le concedieron las sucursales bancarias en plaza, se compró una lavadora y se puso a blanquear la ropa. Faltó muy poco para que comprara todo el casco histórico de San Sebastián. A Melloni, que además de blanquear fondos se dedicaba al narcotráfico, lo apresó la policía en Menorca, con el barco cargado de drogas. Que alegría, con lo respetado y apreciado que era Melloni por la mafia de la Isla, con lo bien que se lo pasaba presumiendo de potentado; ¡y que casona más señorial, blasonada con un escudo heráldico!. Vivir para contar, que dice el maestro García Márquez. El patrimonio inmobiliario que adquirió Melloni, hoy es propiedad del Cabildo. O de Curbelo, que tanto monta, o da lo mismo. Hay una atracción fatal entre los mafiosos que los predispone a estas espurias componendas.

Curbelo, con uno de sus secuaces, Julián Horcajada, que en aquel tiempo era Delegado del Gobierno en la Isla y hoy presidente del Consejo Insular de Aguas, dependiente del Cabildo, de común acuerdo, le tendieron una encerrona a una persona muy principal del Gobierno de Canarias. En una visita que hizo esta persona a la Isla, Curbelo y Horcajada le concertaron una entrevista. Curbelo sirvió de introductor; ambos llevaron a la principal persona a cenar al domicilio del mafioso Melloni. Se trataba de un asunto de interés para la mafia: la concesión para construir y explotar un puerto deportivo y una fábrica de tratamiento de pescado en la Isla. ¿Se imaginan a la sexta flota de Cosa Nostra desestivando y transbordando quintales de azúcar en el puerto deportivo de San Sebastián de La Gomera?. Por fortuna, la principal autoridad, prudente e inteligente, asesorada por persona de su confianza, no cayó en la trampa. Horcajada es un personaje siniestro, foráneo y vividor, que encontró acomodo en la política insular a cambio de cerrar el pico. Come en el pesebre de la mafia sin rechistar. Aunque en su juventud aspiraba a superar al padrecito Stalin, después lo sedujo el capitalismo burgués.

Por higiene democrática y para no mancillar a las instituciones, ¡Dimisión ya! Pero antes Curbelo tiene que dar a conocer a la opinión pública sus diferentes declaraciones de intereses y no esperar a que otros senadores, diputados o consejeros insulares las desvelen, porque larga y ancha es la tempestad que se abate sobre La Gomera, a pesar de los poderes fácticos.

Las aves del mismo plumaje vuelan todas juntas.

Tempestad sobre La Gomera V

Trágicamente de nuevo viene a ocupar la actualidad los incendios forestales en la isla de La Gomera. La situación me devuelve a un conato de incendio, en apariencia provocado, que se declaró en la madrugada del 11 de septiembre del año 1984, en el término municipal de San Sebastián de La Gomera.

Concretamente comenzó en una de las laderas del barranco de La Laja, que por su accidentado desnivel le facilitó al fuego un rápido ascenso, convirtiendo el conato en un pavoroso incendio. A ello contribuyó la tupida foresta, el calor, el viento reinante y la baja humedad en el ambiente. Se produjo un fenómeno que según los expertos se llama efecto chimenea. Fue el que provocó la muerte de las dieciocho víctimas que intentaban combatir el incendio.

Aquella madrugada, en la capital, como es natural cundió la alarma, amplificada por el toque al arrebato de las campanas de la Iglesia y de vehículos con megafonía, que convocaban a la juventud para ir a apagar el fuego. Es decir, convocaron a la juventud para que fuera a combatir a la muerte. Digo la muerte, porque no se puede ir a apagar un incendio sin la indumentaria apropiada y sin estar pertrechado. Por fallar, falló todo: falló el equipamiento, falló la coordinación, la organización, el control, la logística. La única que no falló fue la fatalidad, las fuerzas del sino: la muerte. Estos héroes se merecen un recuerdo en el silencio.

El Parlamento de Canarias constituyó una Comisión de Investigación, para averiguar que es lo que había fallado y tomar las medidas oportunas para que no se volviera a repetir. No sirvió para nada, los políticos la manipularon desde dentro, para ocultar las responsabilidades y las vergüenzas. A aquellos testigos que declararon la verdad de lo sucedido, los tacharon de farsantes.

¿Cómo la autoridad insular y local pudieron actuar de forma tan temeraria u no rendir cuentas de cómo procedieron? Que le pregunten al presidente que fue de la comisión de investigación, que sabe mucho de ocultismo. Yo he visto de frente a la muerte, y esa vez fue indulgente conmigo.

Tempestad sobre La Gomera VI

En La Gomera desembarcó un día una camada cosmopolita, con predominio de austriacos. Compraron una finca preciosa en el término municipal de San Sebastián, de mar a cumbre, ciento veinte hectáreas y acceso solo por mar. Constituyeron una comuna y le pusieron el nombre de la finca: “El Cabrito”. “Soto voce”, Curbelo y el alcalde extendieron el rumor de que los austriacos en su país eran gente principal. Que se presentaba una oportunidad para prestigiar a la Isla en el extranjero, y que traían una carta de presentación, avalando a los comuneros, de Bruno Kresky, canciller de Austria. ¿Qué estaría maquinando Casimiro Curbelo?.

El jefe, Otto Muehl, era gentil y dicharachero. Cuando se visitaba la comuna, previo aviso, se comportaba de forma generosa y hospitalaria. Si vale la verdad, era un buen anfitrión, atento y divertido; y estaba forrado en dinero. La comuna, al estar aislada e incomunicada era totalmente hermética. Posteriormente se tuvo conocimiento que varios de sus componentes eran reconocidos pintores en Austria, pertenecían a una corriente conocida como “Los Jóvenes Salvajes”. Lo poco que se filtraba de la comuna pasaba después por la criba del secretismo de Curbelo.

Del alcalde de San Sebastián, no me acuerdo de su nombre, un lapsus mental lamentable, justificado en todo caso por su paso fugaz por la alcaldía. Sí recuerdo que continuamente se le veía ensimismado en la lectura. Se atrevía con Hegel y con Engels, con David Ricardo, con Marx, con Lenin y Trotski. “El Capital” lo leía en la versión rusa y en la alemana, empezaba a leerlo por la izquierda y, cuando lo terminaba, comenzaba de nuevo a leerlo por la derecha. Gracias a tanta lectura se convirtió en un experto en Filosofía y en Economía Política. Cuando soñaba con el asalto al poder, acudía presto a echar mano de Trotski.

Llegó el día en que Otto Muehl, viendo al alcalde tan decaído, se compadeció de él y, para que se despejara un poco, lo invitó con gastos pagos a la comuna matriz, que se encuentra en Frederihoff, Austria. Visitaron Viena, Salzburgo y Hungría; antes de la caída del telón de acero. A nuestro amigo marxista se le creó un conflicto intelectual, una empanada mental: ¿qué es superior, el materialismo dialéctico del socialismo utópico de Carl Marx, o el socialismo real de los bolcheviques soviéticos?

Viendo al alcalde tan melancólico, los comuneros decidieron llevarlo de excursión por las extensas llanuras húngaras. Mal remedio, porque al Sr. Alcalde se le aceleraron los neurotransmisores y empezó a tener fuertes alucinaciones, en las que veía a la caballería magiar cabalgando por las estepas húngaras, conducida por Attila. Todo se arregló cuando llegaron a Budapest. ¡Qué mujeres tan bellas! producto de la mezcla eslava, germana, tártara y otomana, ¡qué criaturas más hermosas!.

De vuelta a La Gomera, y pasado un cierto tiempo, un buen día apareció por la Isla un policía, portando un mandamiento de búsqueda, captura, detención y extradición de Otto Muehl, junto con otros comuneros, acusados por la justicia austriaca de pederastia y pedofilia.

Los “naciturus” de la comuna, antes de ser concebidos, se los programaba con la ayuda de la Cibernética. Cuando los bebés nacían, eran huérfanos prematuros, no conocían a madre ni a padre; eran hijos de la Comuna o de “el cabrito”. Una promiscuidad orgiástica con una finalidad malthusiana.

Desde entonces me asalta continuamente una duda existencial: si “el cabrito” alguna vez llegó a sodomizar a Curbelo o al alcalde. El final de todo esto se lo pueden imaginar. Colorín, colorado, este cuento aún no se ha terminado.

La Gomera cuenta con unos dieciocho mil habitantes, de ellos ocho mil viven en la capital. Es un poco mayor que la ínsula Baratária que gobernó Sancho, pero menos divertida, aunque con mucha más trapisonda.

Las aves del mismo plumaje vuelan todas juntas.

Tempestad sobre La Gomera VII

El trato de favor es un mal uso, perverso y degenerado, contrario a la ley, que atenta abiertamente contra el principio constitucional de la igualdad de todos los españoles. Se aplica tanto a las personas naturales como a las jurídicas. Con otras palabras, el trato de favor es el sicario del principio de la igualdad de oportunidades, quimera que, en una isla donde gobierna la mafia, su anhelo se convierte en puro delirio. Si en algún lugar adquiere plena vigencia el aforismo “poderoso caballero el señor don dinero”; ese lugar es La Gomera. Una isla empobrecida por el pillaje de sus “políticos”, donde la mafia, peculando, ha hecho su agosto. Deprimente, repugnante y asfixiante panorama para los ciudadanos decentes.

De joven tuve un maestro, don Alfonso de Cossio, rector magnifico que fue de la Universidad de Sevilla. Sostenía don Alfonso, con una ironía muy fina, que históricamente en España han existido dos sistemas políticos: el califato y el cacicato; el último aún pervive.

El cacique de antes tenía un código de conducta, unas reglas de juego, injustas, pero a las que se sujetaba para contentar a sus clientes. Un mecanismo tribal, el cacique era el jefe y los demás eran los miembros de la tribu. Con una singularidad, que en cada pueblo existían dos, tres o media docena de caciques. Si se caía en desgracia con uno, quedaba la oportunidad de ponerse al servicio de otro. Los mecanismos de la mafia son mucho más duros y diferentes, porque territorialmente actúa, extorsiona y corrompe en toda la Isla. Aquel que se enfrenta con la mafia le aguarda un futuro muy incierto: le espera la difamación, el vilipendio, el ostracismo y el extrañamiento. En “Un hombre de honor”, Leonardo Siascia define a la mafia pormenorizadamente, y tiene muchas analogías con la mafia gomera. Los dos sistemas son perversos, pero, puestos a elegir entre lo malo y lo peor, me quedo con el cacique de antes que con la mafia.

Cuando en la democracia fallan los mecanismos de control del poder, por la incapacidad, la mediocridad o la insolvencia de la oposición, entonces declina la virtud y emerge la corrupción, que acapara todos los vicios despreciables del sistema: el nepotismo, el tráfico de influencia, la prevaricación, el cohecho, la información privilegiada, el clientelismo, la malversación, el fraude electoral, el conflicto de intereses, las compatibilidades, etc., etc. ¿Cómo se puede combatir esta plaga?: con honestidad, valor, tenacidad y perseverancia. Esforzada labor, pero, llegado el caso, ¡hasta con fosferno!

Si algunos piensan que el combate contra la corrupción política es una aventura quijotesca, están en un error. Si hay valor y decisión, escrito está que castillos roqueros mayores han sido asediados, expugnados y saqueados.

Bertold Brecht dice que “hay hombres que por la libertad luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son muy buenos y están los que luchan toda la vida; esos son los mejores, los indispensables” .

“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo, frío extremo, largos meses de absoluta oscuridad. Peligro constante. No es seguro volver con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”. ¿Este anuncio aventurero no es hermoso y excitante?. Fué el que publicó el explorador británico Hernest Shackleton en 1914, reclamando voluntarios para una expedición a la Antartida.

Y don Quixote: “La libertad es uno de los más preciados dones que dieron los dioses a los hombres. Por la libertad, Sancho, bien vale la pena hasta morir”

Las aves del mismo plumaje vuelan todas juntas.

Tempestad sobre La Gomera VIII

La finca, la playa y la bahía de Aválos, son una joya que la naturaleza le regaló a La Gomera. Un palmeral exótico, con un acentuado parecido a un refrescante oasis. Una indefensa presa, codiciada por la voracidad de las promotoras inmobiliarias. Situada en el Este, a diez minutos de la capital.

Cuando en los noventa comenzó la especulación inmobiliaria, Aválos ya era el lugar idóneo para la acampada y el deporte, servía de escenario para que las familias pasaran momentos de ocio, amistad y compañerismo.

Un espacio lúdico para nativos y forasteros. La superficie de la finca es de ochenta y cinco hectáreas. Perteneció en sus orígenes a una antigua familia de San Sebastián, que la vendió posteriormente a una promotora, “Costa de Papagayos S.L.”.

Al comenzar la especulación y la depredación del suelo, Aválos no podía ser la excepción. Especuladores desaprensivos, con el consentimiento de políticos insulares y locales, la condenaron a la edificación. Con lo bien que le habría sentado a Aválos un vestido nuevo: cuidando su palmeral, su zona de acampada, servicios higiénicos, sanitarios, duchas, canchas deportivas, un embarcadero y unos zapatos nuevos, con la llegada de la energía eólica o solar. Vamos, como Antoñito el Camborio. Imposible, la mafia no entiende de estética.

Las promotoras se subastaban a Aválos entre sí; en menos de diez años le pusieron encima sus sucias manos cinco inmobiliarias. Los pelotazos especulativos fueron tan sonoros que llegó el ruido hasta Madrid. Un semanario de tirada nacional se interesó por el escándalo y le dedicó cuatro páginas a todo color, con el siguiente título: “Los políticos mandan, sus familiares se lucran” (Interviú).

Eran tiempos de libertinaje, que es cuando mejor se mueve la mafia; no existía la Fiscalía Anticorrupción, para ayudar un poco. Los únicos contestatarios, hostigados y perseguidos, fueron los ecologistas de “Guarapo”. Las mafias siempre han sacado partido del prolongado estado de autismo de las fuerzas del orden público en la Isla.

El primer pelotazo lo dio la promotora Bahía de Aválos S.L., constituida por un repoker de especuladores inmobiliarios. Las cartas las repartía Curbelo. La finca se compró como rústica por doscientos millones de pesetas. Cuando la calificaron de urbanizable se disparó su valor: sin mover una piedra, el suelo se revalorizó un quinientos por cien. Un dato curioso, el representante de la sociedad vendedora figuraba como accionista en la compradora. La segunda compra la efectuó “Palmeras de La Gomera S.L.”. Aquí aparece John Palmer, un inglés padrino de una de las mafias tinerfeñas.

A Tenerife llegó un día el juez Garzón, acompañado de un bobby, detuvo a varios policías de uno y otro color, le puso los grilletes a Palmer y lo reexportó para el Reino Unido; por estar incriminado en una estafa inmobiliaria en masa que afecta a diecisiete mil súbditos de S.M. Británica. Posteriormente han seguido un par de pelotazos más, aunque de menor intensidad.

En verdad, los responsables de la recalificación de Aválos, en contra del interés general de la isla de La Gomera, fueron la autoridad local y la insular. ¿Porqué?: sencillo, si el suelo no hubiese sido calificado como urbanizable, los especuladores perdian cualquier tipo de interés, al no haber lucro, beneficio o ganancia. El Ayuntamiento o el Cabildo podían haber adquirido la finca a “Bahía de Aválos S.L.” por el módico precio de doscientos millones de pesetas, tanto el uno como el otro eran concientes de ello. ¡Maldita sea la mafia!

Las aves del mismo plumaje vuelan todas juntas.

Tempestad sobre La Gomera IX

¿Who is Who?. ¿Quién es Marco Porcio Catón y quien Marco Catón?

Marco Porcio Catón es un personaje clásico, fascinante; un senador culto, polifacético y multidimencional. El cónsul Lucio Valerius Flaco, atraído por su juvenil personalidad, lo trae desde su villa natal, Tusculum, a Roma.

Para Catón los puntos cardinales de su conducta son, el servicio a la República, que él lo interpreta como el servicio a sus conciudadanos; el servicio de las armas, el valor y el honor. Para él la vida privada es austeridad y disciplina, y la vida pública es la austeridad y la disciplina de la mayoría. No hay nada en el comportamiento de Catón que merezca la censura de sus compatriotas: le ven como un ejemplo típico de la forma de vida tradicional romana. Cuando Tito Livio y Plutarco describen el carácter de Catón, no hay ni una sola palabra crítica para la austeridad de su linaje. En su trabajo como censor revisó con una severidad inusitada las listas de senadores y caballeros, expulsando de su estatus social a aquellos que consideraba indignos del mismo; ya fuera por motivos morales o por su codicia y corrupción. La expulsión del Senado del general Quinto Flaminio, por crueldad innecesaria con los vencidos, y el confinamiento en su villa, hasta su muerte, de Scipion “el africano”, vencedor de Anibal y destructor de Cartago, acusado por Catón de malversación en el reparto del botín, entre la parte que le correspondía a la Republica y la parte destinada a las legiones, además de por la vida extravagante y disipada, y por el lujo del que hacía ostentación. Estos son ejemplos de su inflexible forma de entender la moral pública y la justicia.

A lo largo de su dilatada vida (234-149 a.d.C.) desempeñó diversos cargos políticos, como el de cuestor, edil, tribuno, pretor y cónsul, la máxima magistratura en la República. Todo un estadista.

Su firme reputación como militar la alcanza prestando sus servicios en la campaña de Zama contra Cathago; en Grecia, en Siria, en Cerdeña y en Hispania, donde sometió a las tribus ibéricas al vasallaje; ganando por ello el honor, concedido por el Senado y el pueblo de Roma, de un desfile triunfal en la Cívita.

Tal vez se le otorga a Catón más atención como escritor que como estadista o militar. Es un excelente comunicador, de oratoria elocuente y culta, con una retórica fértil y seductora. Es el primer escritor de importancia en prosa latina. Se considera que, de no ser por la influencia y el impacto de su verbo, el latín podría haber sido suplantado por el griego como la lengua culta de Roma. Es el primer autor de una voluminosa Historia de Roma, desde la fundación de la urbe hasta sus días (cinco siglos). También es el autor de una recopilación de sus discursos políticos; de un conjunto de máximas de conducta para su hijo; dos colecciones de proverbios y sus extensos tratados sobre agricultura, su afición. Son parte de la copiosa y heterogénea obra que se ha conservado hasta la actualidad.

“Delenda est Carthago”. Su última actividad pública fue promover en el Senado y entre sus compatriotas, la necesidad de iniciar la tercera guerra contra los púnicos y la aniquilación de Cartago. Sus fundamentos eran de tipo preventivo: impedir un ataque por sorpresa de los cartagineses, lograr la supervivencia de la República y la hegemonía de Roma en el Mediterráneo. ¡Salve, Marco Porcio Catón!

¿Quién es Marco Catón? Un gomero bastardo preocupado por su Isla, torpe discipulo de Marco Porcio Catón. Político en excedencia, titulado en leyes, amigo de la humanidad, amante de la belleza y aficionado a la música, los libros y la pluma. Censor severo e inflexible de la corrupción política y enemigo declarado de las mafias.

Tempestad sobre La Gomera X

A salvo muy contadas excepciones, la oposición política en las corporaciones locales de la isla de La Gomera, ni cruje, ni muge. Le preocupa solo llegar a fin de mes para rumiar su ración parasitaria. Hay que abandonar el vicioso “modus operandi” de la política gomera: la oposición acrítica se siente confortable y satisfecha cuando los que gobiernan les arrojan cuatro prebendas y ocho sinecuras. No se puede permanecer en el silencio cómplice mientras unos políticos bribones atentan continuamente contra los intereses superiores de la Isla, en beneficio de otros específicos de los rufianes.

La función de la oposición es de todos conocida, salvo para los inútiles, o los que no tienen capacidad para la política: examinar, criticar, reprobar, censurar y denunciar ante la opinión pública o en los tribunales de justicia, si es menester, los desafueros del poder.

Proponer mociones, pero sin mucho entusiasmo, que para gobernar está la mayoría. Cuando se ejercita la reprobación o la censura debe formalizarse apoyadas en los medios de comunicación, para que tenga trascendencia y resonancia.

Hay que ganarse la ración y no estar adormecidos en la inopia o en la molicie. No puede ser que a uno lo aten a un collar y le tiren de la cadena, para comprarlo con un viaje a Venezuela, una feria o las migajas de un banquete. No hay que esperar a que lo diferencien a uno solo por el collar. Esto es un crimen de “lesa patria”.

Gran parte de la responsabilidad del despotismo, descontrol y el desmadre que hay en el Cabildo la tiene la oposición. Esta y las anteriores. Hay cosas que los ciudadanos no alcanzan a comprender, ¿porqué hacen lo que hacen?, a no ser que haya desidia por los controladores, o que los hayan engrasado.

¿Cómo se explica esta situación?: los que gobiernan llevan en el poder peculando más de dos décadas. Son expertos en todo tipo de trampas y argucias, y la oposición, cada cuatro años se renueva, cambia. Al ser bisoños, los otros, que son perros viejos, se aprovechan de su ventaja. Son tahúres consumados y, además, amorales. Estos caracteres explican en parte el que la oposición sea sumisa y esté domesticada.

¡Que aventura mas arriesgada cuando se juntaron como empresarios Curbelo y Bethencourt!. Sabemos que, en Economía, a mayor riesgo, más ganancia, o mayor ruina.

Como en toda efeméride que se precie, una noche de luna nueva, en el firmamento se divisó un cometa, no eran los tiempos bíblicos. La orientación era la solar, del este hacia el oeste. Cada uno en su observatorio cayó en la cuenta que, por la trayectoria del cometa, este los llevaría irremisiblemente a Taguluche. Un encuentro en la tercera fase, pero sin E.T.. A ambos se les encendió un bombillo en el cerebelo: ¿de alguna forma tenemos que pasar a la posteridad, después de tantas trapacerías juntos? Será cuestión de levantar un templo como el de Apolo, en Delfos. Lo construiremos en Taguluche y lo consagraremos a la divinidad “Acuario Embotellador”. El agua se la incautamos a los vecinos y, una vez embotellada, el marketing corre por cuenta de la mafia.

Zeus se cabreó, por no haber contado con él. Un rayo tronitronante descendió iracundo desde el Olimpo. A punto estuvo de acabar con el nuevo santuario; si no fuera porque las pitonisas de Apolo clamaban compasión para los desventurados. Rauda, al día siguiente, se presentó Palas Atenea, resolviendo la controversia: el agua para los vecinos y el templo sacrílego, demolerlo.

Sería interesante conocer el monto del dinero público, incluyendo las costas judiciales, que el preboste insular y el mencey de Orone malversaron en esta arriesgada aventura tan lucrativa o tan ruinosa, según se mire.

En Economía ya se sabe, para que unos ganen otros tienen que perder, o viceversa.

P.D.- Marco Catón, en su artículo “Tempestad sobre La Gomera V”, donde evoca el incendio del año 1984, comete una omisión involuntaria, al olvidar a don Enrique Amaya: arriesgó su vida rescatando de una fosa común a doce víctimas, en un entorno dantesco. La mezquindad del ministro del interior, que debió concederle la medalla al mérito civil. Y las corporaciones locales de la Isla, que no le han reconocido su valor, es injustificable. “Amicu certu in res incerta” (Amigo cierto ante las cosas inciertas).

Tempestad sobre La Gomera XI

La Política es una actividad dura, competitiva, agotadora y agridulce. Para dedicarse a ella hay que tener el temple de una espada toledana.

Nicola Maquiavelo eleva la Política a la categoría de arte: “la Política es el arte del buen gobierno”. Karl Marx la sitúa en la superestructura del Estado y Max Wheber, en su “Partición de las Ciencias Sociales”, coloca la Política en la primacía: es la ciencia de “Lo Superlativo Social”. Bien entendida, es el servicio a los intereses generales de la Nación, el servicio a los conciudadanos. La actividad más noble y más digna a la que un ciudadano puede aspirar. Su carácter agridulce, consiste: la dulzura, en la satisfacción del deber cumplido, la parte ácida, que hay veces que se deben adoptar iniciativas que son poco comprendidas por un sector minoritario de la sociedad; pero que tienen que ser categóricas, por el bien común. Para aquellos que sean emotivos, la Política no es su campo.

Pero hay otras “políticas”, las que se desvirtúan y derivan hacia senderos umbríos y vericuetos tenebrosos. Cuando alguna vez caí en la cuenta de que podía estar acercándome hacia ese tipo de caminos, pensaba de súbito en el lema, en la divisa, que me inculcó un amigo jesuita, el padre Moore –No es Thomas Moore; aunque se le parece-: “etiam si omnes, ego non (aunque los demás asientan, yo no)”. Hay que pensar y actuar con libertad de espíritu, con independencia de criterio y no dejarse arrastrar por la mayoría, cuando está empantanada en la ignominia.

La principal esquizofrenia del político, trae causa de sus propios compañeros de partido. Mientras se afana en cumplir lo mejor posible con sus atribuciones, mira a diestra y siniestra, como un poseso, esperando que, en cualquier momento, un compañero desleal que aspira a su cargo, le de una estocada de florete dirigida hacia el alma. O lo deja maltrecho de por vida, o lo convierte en un cínico. La tragedia, con lujo de detalles, la relata William Shakespeare en su obra “Julio Cesar”.

Existen otras patologías menores, pero sería prolijo relacionarlas aquí. Voy a hacer una excepción puntual con la esquizofrenia que existe entre la antinomia, enseñanza pública o enseñanza privada. En dicho debate, los planteamientos de ambas posiciones son legítimos; otra cosa es que sean aceptables. Los socialdemócratas, acorde con los postulados del Estado del Bienestar, defienden la escuela pública y laica. Respetable, no les faltan razones que esgrimir. No voy a entrar en la controversia, porque no viene al caso.

La esquizofrenia se le diagnostica a aquellos políticos de la izquierda que, abogando por la escuela pública enfáticamente, envían a sus hijos a las universidades privadas. Con coche de lujo y apartamento residencial, en zona elitista.

Ring, ring…Ring, ring…: “¿Quién es?”. Papi, ¿te voy a buscar al Senado cuando termines de dormir a siesta?. “Como quieras”. Papi, mejor nos encontramos esta noche en Lhardy a las once para cenar juntos, Calderón acostumbra ir por ahí. “¿Qué Calderón, el Guardia Civil?”. No Papi, el presidente del Real Madrid. “¡Que susto!”. Papi, tengo preparada una sorpresa, piensalo con tranquilidad: quiero ir a la Universidad de Harvard, para codearme con Paul Getty Jr., los Kennedy y los Roquefeller. O con cualquier otro muerto de hambre que pueda encontrar por alli. Ciao, Papi.

Estos nuevos ricos son bastos, hasta decir basta.

Cada vez que releo “Don Quijote” encuentro orientadora sorpresa, se lo recomiendo a quien tiene más de dos dedos de frente. Viene a cuento el vigente y magistral discurso que pronuncia el noble y leal Sancho, con el realismo pragmático que caracteriza a su humilde sapiencia. Cuando renuncia y abandona el gobierno de la ínsula Barataria, que le había concedido el duque:

“Abrid caminos, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad: dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador, ni para defender ínsulas ni ciudades de los enemigos que quisieran acometerlas. Mejor se me entiende a mi de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en Roma: quiero decir que bien se está cada uno usando el oficio para que fue nacido. Mejor me está a mi una hoz en la mano que un cetro de gobernador, más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un medico impertinente que me mate de hambre, y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de Holanda y vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios y digan al duque, mi señor, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de cómo salen los gobernadores de otras ínsulas”.

Tempestad sobre La Gomera XII

El domingo dieciocho de mayo, en el periódico “El Día”, Curbelo, presidente del Cabildo Insular de La Gomera durante más de tres lustros, se despacha con el cinismo que le caracteriza, erigiéndose en defensor de la Isla. ¿Desde cuando y desde donde? Cuando se lleva tanto tiempo perdiendo el norte, peculando y estafando, lo que si puede decirse con certeza es que solo se ha ocupado en hacer acopio ilícitamente de dinero contante y sonante y de especies para su bolsa. Dilapidando su reputación de forma estéril, indigna e ignominiosa. Y de paso, empujar al Cabildo hacia la infamia.

En cuanto a la legitimidad electoral, “erga omnes”, que alega del equipo que le acompaña en el Cabildo, toda persona honesta y equitativa reconoce que las elecciones no fueron limpias y transparentes, que se jugó con ventaja, y que han sido un fraude repugnante. En todo caso, la presunta legitimidad electoral no justifica, ni exime, ni puede contrastarse con las muy aparentes responsabilidades criminales.

“Homo hominis lupus” (el hombre es un lobo para los otros hombres), y no digamos para las mujeres. Es el aforismo, traído de Plauto por Thomas Hobbes, para fundamentar la filosofía que recoge en su obra “Leviathán”. El ser humano es esencialmente egoísta. Por eso tiene que embridar sus malas pasiones, para no decaer en la ignominia.

El amor a la patria es dulce, pero le está vedado a los cobardes y a los rufianes.

De viva voz y en público, el profesor Dr. Wladimiro Rodrigues Brito, maestro que invoca de forma cínica, descarada e imprudente el alumno aventajado, valgan verdades, se reprocha amargamente arrepentido haberle concedido a Curbelo la matrícula que él se otorga: por no ser consecuente con ella. Al haber dejado arruinar el sector agrícola de la Isla. En cuanto a la calidad de la calificación, está en cuestión. Con Curbelo, cualquier duda no solo es razonable, sino posible. Pudiera ser que el nivel del curso fuera deficitario. Podría haberse copiado, o darle el cambiazo al examen. Vaya usted a saber, si se recuerda como se las arregló para que un tribunal “ad hoc”, amañado, le regalara la plaza de profesor de secundaria. Buen discípulo no puede ser, puesto que su maestro lo repudia.

Su diabólico y fétido olor, se olfatea desde muy lejos. En tiempos pretéritos lo hubiesen ajusticiado colgándolo en el “lomo de la horca”, donde los castellanos asesinaron a trescientos aborígenes en venganza por la muerte de Hernán Peraza. O bajo las campanas de la iglesia de la Asunción, las que tocaron temerariamente al arrebato enviando a una docena de jóvenes a la muerte; en el incendio forestal del once de septiembre de 1984.

La opinión pública libre, ecuánime, cultivada y solvente, moralmente ha dictado su veredicto, desconociendo aún el noventa por ciento de las pruebas de cargo. Si se computan las fechorías que han prescrito por el transcurso del tiempo, este malhechor debería estar entre rejas. Su ventura, si se le puede llamar de alguna forma, se sustenta en la opresión, en el miedo, en el silencio cómplice y doloso y en la corrupción organizada. Sometiendo con argucias a una parte mayoritaria de la empobrecida, avejentada y subsidiada población insular, que es lo que queda.

No se puede utilizar sádicamente el temor paralizante que sienten ante la muerte, y sus consecuencias materiales para sus deudos, muchas personas; y usarlo como palanca electoral. Este comportamiento es incalificable. Un entierro digno, todos lo aprobamos, pero sin manipulaciones, queriendo obtener réditos políticos de él. Eso es obsceno. En cuanto a mi respecta, que me metan en un saco y me sepulten en una fosa, en El Cedro, cerca de la ermita de Lourdes.

Estas son las salpicaduras sanguinarias del tiburón cuando depreda a su presa. Naturalmente, la presa consiste en tener las manos libres para corromper todo lo que toca: malversaciones de fondos, colusión en compañías inmobiliarias, cohecho, prevaricaciones y varios títulos del Código Penal. Son cómplices aquellos cobardes que, siendo concientes y detectando estas componendas delictivas, silencian, o miran hacia otra parte, o no quieren enterarse de lo que está sucediendo. Son cómplices y encubridores por omisión, igual de taimados, en la misma felonía y en el mismo tipo de pillaje.

A Curbelo se le ha puesto cara de patibulario; lo propio. No hay estética si no hay ética, dice con acierto André Malreaux.

La dimisión es imperativa, para podernos batir en el mismo campo. Sin privilegios o aforamientos, en igualdad de condiciones y oportunidades; y no puede ser otro que el de los tribunales de justicia: por maleante.

La batalla contra el crimen organizado es ardua y poco edificante. No hay gallardía, sino puro detrito.

Llegará un día que me pondré mi mejor traje, como Antoñito el Camborio. Y sin ir a Sevilla a ver los toros, comenzaré a marchar despacio y garboso, y andando, y andando, oiré las voces de los coros de “Nabucco”, y andando, escucharé el sonido metálico y brillante de las trompetas triunfales de “Aída”.

Por último, la prensa con amplia difusión provincial es censurable, en el sentido que, conociendo la catadura del personaje, le concede audiencia y espacio, dándole la oportunidad de apologizarse enriscado en el populismo demagógico. Sus libelos son más apropiados para sus adormideras emisoras y su narcótica televisión, o para el coño de su estampa; que de un periódico que se tenga por serio y respetable.

P.D.- Que nadie se lleve a engaño, cuando hablo de las mafias. Delictualmente, mafias hay en todas partes, en todos los sectores sociales, para todas las labores; las hay de guante blanco, de bajos fondos, de monos de la construcción y hasta de policías. Cuando me refiero a las italianas, es porque son las más filmadas, pero eso no quiere decir que los italianos sean mafiosos, o los españoles e irlandeses, terroristas. Son lacras, bandas minoritarias, incívicas, organizaciones criminales que, con diferentes fines, delinquen, transgreden y se enfrentan al Estado de Derecho. Para un meridional, y en especial para los españoles, Italia es algo más que una nación. Italia es un sentimiento histórico.

Tempestad sobre La Gomera XIII

En el anterior artículo, el XII, cuestionaba la invocación que hace Curbelo a la matricula de honor que le concedieron cuando era estudiante. He buscado la voz “honor” en el diccionario y no tiene ninguna identidad o analogía con la que él menciona. En boca de Curbelo, el concepto del “honor” se desnaturaliza y se transforma, convirtiéndose en una grave afrenta.

Políticamente, Curbelo es como un cachorro postrero, criado de forma consentida. Ahora ya no se lleva con sus hermanos y tiene muy mal carácter. Está de vigilia permanente y no se fía de nadie. A los forasteros les gruñe en cuanto los ve y, cuando olfatea pastel, se le ha visto saltar setos muy altos. No tiene dueño, por eso su madre está muy disgustada y se junta con una jauría en la que todos son unos indeseables. Se ha vuelto muy malcriado, y de tanto vagabundeo y tanto libertinaje, se ha maleado. No hay problema, no hay mal que por bien no venga, lo metemos en la perrera durante una temporada. Y nos olvidamos de la llave.

A su madre, cuando se le reprende por su fracaso en la crianza, se pone a gemir y a sollozar de forma victimista. Si se le llama la atención porque no limpia su caseta, entonces se pone respondona e impertinente, justificándose con los otros canes: son los otros los que no se limpian, ni se bañan nunca. A mi me bautizaron un día de San Antonio, con agüita limpia de ética y honestidad. Eso es para toda la vida, lo cura y lo limpia todo, como el bálsamo de “fierabrás”.

No es bueno tocar tanto la guitarra, como la cigarra: hay que poner orden en el cuarto trastero de la casa y colocar cepos para las ratas, antes de que arruinen toda la casa.

El itinerario o la relación de crímenes mayores que se han cometido en La Gomera en los tres últimos lustros, es preocupante. Con diecisiete mil almas, que se sepa, ha habido dos asesinatos, dos desapariciones y algún que otro, en apariencia, suicidio, tal vez inducido, que se llevó secretos a su tumba. Todos ellos sin resolver. El sentido común, hipotéticamente y a soto voce, los relaciona con el crimen organizado: en el trayecto de Las Nieves, El Cedro, Puntallana y Arure.

Las personas decentes llevan tiempo atemorizadas; como el ecologista al que le cortaron los latiguillos de los frenos de su coche, cuando el asunto de la playa de Aválos. ¿Lo recordará el profesor?. Cuando se pone la tarde y las campanas doblan llamando a la oración, los vecinos prestos se encierran en sus casas. No vaya a ser que los confundan, les aten un peso en la pata y les den un pasaporte para visitar los dominios de Poseidón.

En otro orden de cosas, el concepto de la “economía” que practica Curbelo está atrofiado, es antiguo y está periclitado. ¿Por convicción o por interés? A estas alturas cree en la economía dirigida e intervenida. Atrincherado en su madriguera, cree que la Isla es cuadrada, que no redonda; que no vivimos en un mundo plano y, a la vez, globalizado. ¡Que contradicción! Y ese mundo, de Oriente a Occidente y del Artico al Antartico, se rige por las leyes del mercado, del uno al otro confín. Las de la economía liberal, la ley de la oferta y la demanda, con ciertas matizaciones. Cualquier sector económico, con la excepción singular de algunos estratégicos, está en manos de corporaciones y personas mercantiles privadas, muchas de ellas transnacionales: porque está demostrado que son más productivas, rentables y competitivas. Investigan más y desarrollan e innovan mejor. Este es el secreto, y lo contrario es un desvarío mental.

Si Karl Marx se levantara de su tumba, en el cementerio londinense de High Gate, le diría a Adams Smith: hermano, la Historia te ha dado la razón, con tu economía política. En cambio, la mía, la ha guardado en el baúl de los recuerdos. Menos Estado, menos burocracia, más riqueza y más sociedad civil. De aquí excepcionamos cuatro servicios –aunque en la vida no hay nada seguro, salvo la muerte y los impuestos-. El Estado Social debe gestionar y garantizar: sanidad, enseñanza, pensiones y atención a los discapacitados. Mas dos más, que son intrínsecos y comunes a todo estado que se precie, con el permiso de la OTAN y de la UE: fuerzas armadas y asuntos exteriores.

Libertad comercial (OMC y OCDE), productividad, rentabilidad y competitividad, son las directrices de la economía liberal. Aquí y en Sebastopol. Si al cóctel le añadimos lo que los británicos, que son sus inventores: solo zumo de tomate, para los abstemios, para los borrachines con vodka, una pizca de sal, unos toques de salsa “perrins”, angostura y tabasco; ya tenemos un “Bloody Mary”. De la dinastía de los Tudor. El maridaje entre Bloody Mary y el tratado de Maastricht ha dado a luz un bebé muy robusto, que se pasea subido en su “Porsche”, visitando bancos, aprendiendo finanzas y tratando o contratando bienes y servicios, por todo el espacio Schengen.

Si todos estos ingredientes los metemos en una olla exprés y la ponemos a fuego lento en La Gomera, levanta el vuelo antes de que suene el pito y se entrega en los brazos de Morfeo.

Curbelo, aislado en su “Cabildo” está tan entretenido en trampear que no se entera de lo que está sucediendo en el exterior. Cuando va al Senado, en Madrid, solo se dedica a sestear, o al “dolce far niente”. Lo único que le importa es no perder el aforamiento.

Hace tiempo que le inocularon un virus letal: el de intervenir y “socializar” todo lo que le ponen por delante. Dispara con pólvora del Rey a todos aquellos bienes inmuebles o semovientes que se le ponen a tiro. Tiene antojos por los caserones viejos, para después rehabilitarlos. Por las fincas rústicas también, para después recalificarlas. Casas de labranza, para el turismo rural y hasta cuadra de caballos para paseo forestal. Por la hostelería siente una atracción delirante. Los seis establecimientos hoteleros que el Cabildo ha comprado, rehabilitado y amueblado, están cerrados y su explotación ha sido ruinosa, no dan ni para pagar a los colocados y en competencia con los pequeños empresarios del sector. Lo peor es que los inmuebles se compraron sobre valorados, hiper-valorados. Ahora interesa conocer a quien adjudicó las obras de rehabilitación, el mobiliario y cuanto costaron estos.

El patrimonio inmobiliario traído a colación, también comprende otros inmuebles y bienes raíces: los que fueron del Patronato Virgen de Guadalupe y los del mafioso Meloni. El edificio del nuevo Cabildo, su mobiliario, el precio de adjudicación, los materiales y la contrata o subcontrata que licitaron. Los bienes privativos los dejamos para otros capítulos. Que no se inquieten los lectores, que cada cosa tiene su tiempo, como en la música. Tiempo al tiempo.

Lo alarmante con Curbelo, es que se le diagnostican conjuntamente varias patologías psíquicas, como Hugo Chávez. La cosa es complicada. La más evidente es ese desdoblamiento de la personalidad que le lleva a confundir la “cosa pública” con lo privado. El que anda tanto tiempo desbocado, llega un momento que no soporta el freno ni las bridas, y corre el riesgo de desrriscarse por cualquier barranco. No se puede confundir la Política, con cualquier negocio privado entre mafiosos.

La codicia es una termita que trepana hasta el alma. Ya lo decía hace dos mil doscientos años Marco Porcio Catón. Que Dios guarde.

¿Cómo se explica la permanencia de Curbelo en el Cabildo durante tanto tiempo? Como populista que es, sus argucias y su verborrea hueca y demagógica engaña a los sectores más incultos, primitivos y atrasados de la sociedad insular que, penosamente, es lo que más abunda. En cambio, los sectores universitarios, modernos, cultos y liberales, que son minoría, sistemáticamente le dan la espalda. Por su catadura y por su incoherencia; como su ex profesor, don Vladimiro Rodríguez.

Tempestad sobre La Gomera XIV

En el capitulo anterior, por falta de tiempo y espacio, no recogí las consideraciones que en el presente formulo sobre la Justicia: como servicio público y como uno de los poderes del Estado de Derecho.

Nuestro telegénico Presidente, del Gobierno de la Nación, reconoce en un programa televisivo que la Justicia es el problema más grave que tenemos en España. Más que la economía, la calidad de la enseñanza o la corrupción política. Sorprendente hallazgo y relevante diagnóstico, propio de perogrullo. En una nación con democracia avanzada, este juicio de valor de un Presidente es causa suficiente para pedir la dimisión del Gobierno en pleno. El problema no es actual, puntual, sobrevenido o instantáneo, sino que se arrastra desde hace años; y no se le ha sabido poner remedio. Así hemos llegado a donde estamos. La Justicia nunca ha estado peor que ahora. Antigua, obsoleta, ineficaz, enferma, colapsada, saturada, sin categoría y poco profesionalizada. Los jueces sustitutos, interinos o provisionales, son un cáncer terminal en el sistema judicial. Vayan unas cuantas propuestas, por si fueran menester: independizar a la Justicia de su dependencia de la política partidista. Un Consejo General del Poder Judicial convertido en un parlamento “ad hoc”; y un Tribunal Constitucional convertido en una justa entre “progresistas” y “conservadores”, son una caricatura de la Justicia y explican parcialmente la situación de bloqueo en que se encuentra.

Selección y preparación de los jueces más exigente y escrupulosa. Reciclar a los funcionarios que se pueda, en el uso de la informática. A los que no, jubilación anticipada -gana el Estado, los funcionarios y la sociedad-. Cubrir las nuevas plazas y establecer un sistema informático a nivel nacional, urgente en la sección de lo penal y en el Registro Civil; y control del gasto y laboriosidad.

Los jueces son la piedra angular de la administración de justicia, y por ende, del Poder Judicial, que diseñó Montesquieu en su Estado democrático. Sin buenos jueces no hay buena justicia, ni calidad democrática. De lo cual se induce, que la selección, el reclutamiento, debe ser esmerado, exigiendo en todo caso una cualificación capacitada y meritoria. Llevamos tiempo que la formación profesional de la judicatura es escasa y deficiente.

Hecho en falta, siempre en el recuerdo, aquella constelación de magníficos juristas que dictaban sentencias muy bien redactadas y mejor fundamentadas, elevando la Jurisprudencia a una obra de arte. Y la galaxia de excelentes profesores, en todas las disciplinas, que daban carta de naturaleza al prestigio y la solvencia de la doctrina científica, nacional e internacional.

Por desgracia, cada vez quedan menos jueces artistas, en España.

La situación de la Justicia en La Gomera ha sido una quiebra histórica, de una crisis permanente, que se debe principalmente a la interinidad de los jueces sustitutos y a su falta de cualificación y de escrúpulo. Un peligro corrido y una inseguridad constante para el justiciable, que ipso iure está obligado a recurrir la sentencia, de este específico tipo de jueces. El gomero, atávicamente, desconfía de sus resoluciones y de esta situación crónica.

Es tanto el temor, que el insular tiene su propia maldición popular: “justicia gomera te persiga”. Y no es para menos, cuando observa que los jueces sustitutos se vienen seleccionando entre leguleyos que residen y tienen arraigo, intereses, familiares y amigos en la sede del órgano; circunstancias que reducen o anulan la debida independencia e imparcialidad del juzgador. Los gomeros conocen mucho de esta situación, cuando jueces sustitutos nativos conocían y fallaban favorablemente las causas en las que intervenía algún miembro de la mafia. Sin abstenerse, por amistad íntima, afinidad, vínculo familiar o, sencillamente, por ética.

Hay casos, cuando los jueces sustitutos, que la Justicia pierde su majestad y devine en fisgona, con malas vibraciones, la balanza trucada y usa la espada de forma parcial e interesada. Hay que recurrir: más tiempo, más gasto y más inseguridad en el proceso para el justiciable. En definitiva, injusticia.

En La Gomera, se han dado temporadas en que la mafia ha tenido la osadía, despojándola y suplantándola, de sentarse en el trono de la Justicia.

Ayudadme cuando menos lo merezca, porque es cuando más lo necesito. Cualquier información sobre el padrino y sus mafiosos es valiosa; hechos, indicios, sospechas, conductas, actuaciones, cambalaches, manipulaciones…, para investigarlas, contrastarlas y constatarlas. Se promete absoluta confidencialidad. Palabra de honor. Por muy pequeña que sea la aportación, será siempre bien recibida. Como agua de mayo. Por el superior interés de la Isla, hay que darlo todo por ella; salvo el honor, que es patrimonio del alma, y el alma, el alma solo es de Dios. De lo que se infiere que, según Calderón de la Barca, el honor y el alma se funden y se confunden en un mismo ente, cuyo titular es el Creador. Por eso hay que velar para mantener el honor límpido e impoluto, sin que uno, y menos nadie, lo pueda mancillar. Y cuando llegue su momento, devolverle al Padre la prenda que nos confió. La vida es sueño. Y los sueños, sueños son.

El día de la parada militar en Zaragoza, presidida por S.M. el Rey, me encontré con un amigo desde mi infancia, antiguo y leal compañero de mi padre, que fue teniente en la División Azul. Como siempre he sido curioso y he sentido inquietud por saber y conocer, le pregunté indiscretamente a Gonzalo, ¿Cómo se te ocurrió ir a Rusia después de sobrevivir en una guerra civil?. Gonzalo, falangista de la Vieja Guardia, que combatió en el frente de Leningrado, a treinta grados bajo cero y a las ordenes del laureado y Cruz de Hierro con hojas de roble, teniente general don Agustín Muñoz-Grande, despojándose de su bagaje idealista y en el mejor estilo del lenguaje de la Laconia espartana, me dijo: “para defender los principios, los valores y las creencias de la civilización occidental”. Gonzalo, con su estoica expresión, ha acotado una filosofía de vida, que desarrollarla ocuparía toda una biblioteca. Es ancianito, de los últimos de Rusia, y hay que desearle gloria y honor, por lo pulcro que son sus ideales. ¿Qué hubiese sucedido si muchos hombres, con los mismos ideales que Gonzalo, de diferentes naciones, no hubiesen combatido y detenido el expansionismo de los bolcheviques soviéticos?. Lo que si sabe Gonzalo, con toda certeza, es que “la muerte no es el final”.

No podemos conocer quienes se bañan desnudos, hasta que baje la marea. Valen todas las manos: los negros con sus manos negras, los blancos con sus blancas manos. Dirigirse a la siguiente dirección de e-mail: marco.catn@gmail.com

Tempestad sobre La Gomera XV

Un saludo a la Isla: “totus tuus, ego sum” (yo soy todo tuyo). Un consejo a Curbelo: ¡dimite ya!, no dinamites la Institución, antes de que llegue el crepúsculo. “usque tandem abutere patientia nostra, Curbelo” (hasta cuando vas a abusar de nuestra paciencia, Curbelo). ¿Aún no estás convencido de que la notoriedad, junto al delito, no es la mejor formula para llegar a viejo en el oficio de político?.

Desde que Curbelo detenta el Cabildo, mayo del noventa y uno, ha llovido mucho. El número de funcionarios y contratados ha crecido de forma exponencial; se ha multiplicado por ocho. El la práctica, colocados a dedo lo son casi todos, aunque se intente guardar las apariencias representando una farsa; convocando unas oposiciones cuyas plazas están previamente otorgadas. Nepotismo, clientelismo y las debidas prebendas a la mafia. Si el padrino entró en la docencia por la puerta falsa, nosotros, que somos unos parias, entramos al Cabildo por las alcantarillas. Parientes, amigotes, confidentes, secuaces y muñidores que rastrean todo el territorio, amedrentando a los insulares. Un enjambre de zánganos parasitarios que liban de la colmena del Estado; de los fondos públicos que tributamos los contribuyentes. Los hay que cobran sueldo sin ir a trabajar. Como el secuaz encargado de la finca del Cedro, el que regenta la cuadra, el de los caballos, que se aprovecha de las tierras en beneficio propio. El del merendero próximo a las propiedades del Cabildo, que campea a sus anchas por esos predios, cerrando caminos públicos a su antojo, y abriendo y asfaltando otros nuevos hasta el patio de sus casas, en la zona de protección periférica del Parque Nacional; sin que haya autoridad divina o humana que intervenga, lo pare y lo detenga. Con la deriva de Curbelo hemos retrocedido a lo que Cossio, con toda la razón, denominaba situación histórica del “cacicato”. Tenemos un sátrapa en el Cabildo y, en su caso, es el sicario de la igualdad de oportunidades.

Hay que despertar a “Guarapo”, el grupo ecologista de la resistencia, que hizo historia en la Isla en las décadas de los ochenta y noventa; cuando el libertinaje, la inseguridad y el vilipendio, enfrentándose en absoluta soledad a especuladores, promotores y constructores, que depredaban la belleza y el medio ambiente, con la complicidad dolosa de la respectiva autoridad, local o insular.

El Ayuntamiento de San Sebastián debería poner en cuarentena las apetencias desmedidas, tanto en El Machal como en El Lamero, de ese poderoso promotor y constructor de Tenerife y del que fue presidente del Cabildo de La Palma. Más, si tienen algún trato o cambalache con el padrino. No está bien el manoseo y el mangoneo que se traen con la Isla. Deberían acabarse los polvos a cinco duros, con lo que se ha encarecido la vida. Trescientos euros es lo razonable, por cinco minutos. Excluyendo el “meuble”.

En el declive de la Restauración, cuando el apogeo del caciquismo y el reinado de Alfonso XIII, desempeñó el ministerio de Instrucción Pública el jienense Natalio Rivas; conocido por lo detestable de sus inclinaciones: el trato de favor, el nepotismo y el clientelismo. Un día del mes de mayo, los estudiantes de la universidad Complutense se rebelaron y, marchando por el bulevar del barrio de Argüelles, llegaron a la sede del Ministerio. El ministro, al oír la algarada salió al balcón, momento que los estudiantes aprovecharon para increparlo del siguiente tenor: “Natalio, cabrón, colócanos a todos, que somos todos hijos de Dios”. Versus, “Curbelo, anda, colócanos a todos, aunque sea de peón”.

En sus libelos dominicales, Curbelo abunda en la demagogia. Esta vez reclamando “un plan unitario” con todas las administraciones y los agentes económicos y sociales; para fomentar el empleo y la formación profesional. Esta música suena a gaitas: más subvenciones, clientelismo, vagancia y más “despilfarro” de fondos públicos. Como cuando el Aeropuerto.

A este paso exigirá la independencia. La Gomera reúne todos los elementos que el Derecho Internacional exige para la constitución de un Estado: territorio; población subvencionada y organización politicomafiosa. Es decir, soberanía. El segundo paso será incorporarnos a la Confederación Bolivariana, con la “octava isla”.

Me asalta aquella simpática anécdota, atribuida al austero magnate Paul Getty. Los periodistas le preguntaron, ¿Mr. Getty, cual es la receta para hacerse millonario?, y Getty, que era un financiero con más conchas que un galápago, pausadamente les dio la receta: “no trasnochar, madrugar, trabajar duro y encontrar petróleo”. Las carcajadas de los periodistas se oyeron en todo Wall Street. Getty, imperturbable, los reconvino: “caballeros, si no madrugan y trabajan duro, nunca encontrarán petróleo”. ¡Hay que encontrar petróleo en La Gomera!. Cuidando de que no se lo apropie la mafia.

Curbelo se queja de que lo insultan y lo injurian. La vía del juzgado de guardia está expedita las veinticuatro horas del día. Aunque mentarle la Justicia a un mafioso equivale a insinuarle la cuerda a un patibulario. Lo que si es ofensa, es que la prensa y los poderes fácticos intenten imponer un silencio necrófilo a la libertad de expresión en el debate político; en una cuestión tan grave como es la corrupción. Curbelo recordará cuando hace dos lustros se querelló por calumnias y desacato. La Justicia desestimó su pretensión. No le dio la razón, absolviendo a la parte contraria. A la que él había acusado de imputarle falsamente tres delitos: información privilegiada, tráfico de influencias y prevaricación; compinchado con su hermano Hipólito Curbelo. La sentencia, como es recurrente y habitual en él, la ocultó “erga omnes”, a todo el mundo. Por lo que, tratándose de un asunto político condenado al secretismo, no la conoció la oposición, la opinión pública, ni los medios de comunicación. A sensu contrario, los delitos se cometieron y prescribieron, quedando impune por falta de persecución.

Los medios de comunicación, y en singular la prensa provincial, mediatizada por los poderes fácticos, con su silencio es encubridora, por omisión, del debate político sobre la corrupción.

Con el tiempo me he habituado a un comportamiento de tipo bipolar: pienso como un pensador, en la melancolía, y actúo como un diletante, en la euforia. Es triste llegar a mi edad sin un criterio moral más o menos claro. No me refiero a la moral grande, la que a veces se escribe con mayúscula. Ahí me defiendo. No dudo sobre el bien y el mal; sino sobre algo mucho más prosaico; ¿Cómo hay que manejarse en la vida cotidiana?. Hablo de cómo se administra uno, cómo tratar a los demás, cómo jerarquizar su entorno. Me muevo dentro de lo que llaman moral pequeñoburguesa, que consiste, básicamente, en hacer lo mismo que la mayoría. No es para andar orgulloso. Mis dudas arrancan con la adolescencia y la juventud. Unas de las primeras personas a las que, al margen del ambiente doméstico, atribuí la condición de genios son, al mejor político de Canarias y a Pedro Marrero Fariña, un erudito in memoriam, que declamaba en inglés a Shakespeare, como si fuera Peter O’toole en Stratford von Avon. Mi padre traía a casa el diario “Informaciones” y la “Revista de Occidente”. Cuando tuve criterio propio, me suscribí a las revistas “National Geography” y “Triunfo”; su llegada era el mejor momento de la semana, y el momento cumbre, el minuto de oro. A mi abuelo Alonso lo veneraba y él me correspondía abiertamente, declarando sin recato que era su nieto predilecto, de los dieciséis que tenía. Como homenaje a él, su nombre procuro llevarlo con el mayor decoro. Me transmitió la pasión por los caballos, los perros, vacas, ovejas, cabras y cualquier bicho viviente con cuatro patas. Sin menoscabo de aquellas que tienen solo dos.

Yo tenía por norma no dar consejos. Lo he llevado a rajatabla hasta hace cosa de dos años. Pero el tiempo me ha arrojado a la madurez y ahora los doy; aún sabiendo que en mi juventud me sirvieron de poco.

“Los pueblos que desconocen su historia están abocados a repetirla”, dice sir Winston Churchill en su obra “Historia de los pueblos de habla inglesa”.

Que la Historia es una ciencia social, es una realidad que nadie cuestiona. Que la reflexión y el análisis sobre el pasado tienen con frecuencia una proyección política, no es menos cierto. Que el historiador, sirviendo a la verdad hasta donde sea posible, adquiere un compromiso con su país y sus conciudadanos, es algo que he asumido, desde el día en que publiqué los primeros artículos sobre la realidad insular gomera. Los artículos tienen como objetivo ayudar al lector a comprender. Nada más. Ya es mucho, si lo consiguen, puesto que comprender es el primer paso para avanzar. Avanzar hasta donde quiera la mayoría. Por ello digo que el estudio de la Historia tiene una función social, económica, cívica y política.

La principal obligación de un testigo es prestar testimonio. Desde que comenzó mi andadura por la política institucional, en La Gomera, me asediaron algunas dudas sobre la calidad de los políticos insulares, que con el tiempo se fueron tornando en serias preocupaciones. Entré en la política cuando la clandestinidad, por convicción ideológica, por un compromiso con la Isla y por estética: mi partido era el más aseado y el más intelectual. Después, con el tiempo, sufrí una dolorosa decepción, que no es imputable a todos, pero si a los más destacados en la Isla. Sin prepotencia, me tengo y me considero aún como uno de los históricos de la provincia.

La Historia de La Gomera, en relación a su superficie, población y situación, es de por si muy interesante. La historia comienza en el último tercio del siglo XV. La Isla adquiere la condición de Señorío, un condado cuasi feudal. La llegada de los conquistadores no fue violenta en sus comienzos, después hubieron confrontaciones y represiones muy cruentas, por parte de los castellanos con los aborígenes (Autacuperche, Hernán Peraza, Beatriz de Bobadilla, Juan Rejón, Vera, etc.). Colón llegó para descubrir Las Indias en septiembre de 1492. Es el timbre de gloria que luce la Isla. En sus viajes postreros en ella también se abasteció. En el XVI, una escuadra de históricos conquistadores recalaron en La Gomera: Velásquez, Cortés, Pizarro, Ponce de León, Núñez de Balboa, Núñez Cabeza de Vaca, etc. Entre ellos un antepasado directo, el capitán Hernando de Trujillo, al servicio de SS. AA. RR. los Reyes Católicos.

En los siglos XVII y XVIII, cayó sobre la Isla un manto de aislamiento y de silencio. En sus postrimerías se lo sacudió el ilustrado e insigne sacerdote, honorable liberal, Dr. don José Antonio Ruiz de Padrón. Amigo de Thomas Jefferson y Benjamín Franklin, masón como ellos. En el año 1776, en Filadelfia, participó en la redacción de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. Fue elegido por la Isla diputado a las Cortes Constituyentes de Cádiz, en 1812. Tuvo una meritoria y contributiva dedicación. Una de sus propuestas, que prosperó, fue la abolición del Tribunal del Santo Oficio “La Inquisición”, cuestión que le costó el destierro y la vida, impuesto por el rey traidor Fernando VII.

En el siglo XIX, caciquismo puro y duro, esparcidos en forma de numerosos corrales por toda la Isla. Unos brutos que llegaron a practicar el mal llamado “derecho de pernada”, un abuso repugnante de unos infames.

El siglo XX se despereza y se levanta con una luminosa eclosión. Una sinfonía fantástica de intelectuales, historiadores, poetas y pintores. Catedráticos universitarios: Gumersindo Trujillo Fernández, Ramón García Luengo, Carmelo García Cabrera,… Poetas: Pedro García Cabrera, Pascasio Trujillo Sarmiento, Antonio Jesús Trujillo Armas, Fernando Padilla Trujillo, Manuel Navarro Rolo, Félix Casanova de Ayala, Pedro Bethencourt Padilla, Nicolás Segredo,… Historiadores: El Canónigo José Trujillo Cabrera y Luis Fernández Pérez. Pintura: José Aguiar.

En economía, las llegadas de las compañías británicas Fiffíes y Elder & Dempster, fruteros y navieros. Mario Novaro Parodi y Lloret y Llinares, pesquerías y conservas. Álvaro Rodríguez López y Thomas Olsen, terratenientes y navieros. Cuando se establecieron en la Isla trajeron una bocanada de aire Fresco desde el exterior.

En lo social y en lo político el siglo pasado fue ajetreado y reivindicativo. Huelgas, movimiento obrero, fundación del sindicato de clase “Federación Obrera”, donde convivían socialistas, anarquistas y comunistas. Según Marcelino Camacho, el embrión de las Comisiones Obreras. En política, declive de la Restauración, que es sinónimo de caciquismo y de corrupción. La Republica, recibida con alborozo por el sector liberal y la clase trabajadora, con reticencias por los conservadores. Guerra Civil, polarización y enfrentamiento de la sociedad. Dictadura, la falange acabó con el caciquismo. Democracia, nacimiento de un fenómeno exótico, exógeno y cancerigeno, en el entramado políticoeconómicosocial de la isla, “la mafia”, dirigida desde el Cabildo.

En síntesis, el genuino actor y protagonista de la Historia de la isla de La Gomera es su pueblo, el de la diáspora, el que se orienta por la rosa de los vientos, los gomeros anónimos, sufridos, valientes, indómitos, esforzados y laboriosos; festivos como la Romería de San Juan, la que pintó Aguiar. ¡Dios, que buenos labradores para tan malos señores!. Que la Providencia los bendiga.

Ser o no ser, esa es la cuestión. Hemos llegado a un punto sin retorno. Las naves están ardiendo y la suerte está echada. Cruzamos el Rubicón con todas sus consecuencias. Yo soy yo, y mis circunstancias. Adelante pues…

Una vez más la Historia señala a los gomeros un Resurgimiento. No prodiguemos esta oportunidad. Es una catarsis. Un imperativo moral.

Recordando a La Gomera, le cantamos a la Isla las estrofas de Nabucco. “Vuela, vuela, pensamiento (Giuseppe Verdi)”:

Vuela, vuela pensamiento sobre alas doradas,

pósate sobre las praderas y montañas,

donde derrama su fragancia

el aire dulce de la tierra natal.

Saluda a las riberas del Jordán

y a las destruidas torres de Sion.

¡Ay, mi patria hermosa y abandonada!

¡ay recuerdo tan grato y fatal!.

¡Arpa de oro de los fatídicos vates!

¿porqué cuelgas silenciosa de los sauces?

Aviva nuestros recuerdos queridos,

¡háblanos del tiempo que fue!.

Canta en dulces lamentos,

el destino de Jerusalén.

O te inspire el Señor una melodía,

que te infunda virtud al partir.

La Gomera, los valles, el Cedro. Es nuestra tierra añorada.

MARCO CATÓN

marco.catn@gmail.com

El Poder y el Ocaso

Los lectores podrán apreciar que el título de esta Diatriba está en las antípodas de la obra del inolvidable Graham Greene, “El Poder y la Gloria”.En una entrevista prefabricada y consensuada, publicada en el periódico “El Día” en su edición del lunes, 20 de mayo, Curbelo responde a una serie de acertijos, divagaciones y desvaríos exculpatorios. No hay por donde cojerlos; pero requieren algún comentario.

Omite que el consejero de urbanismo de su equipo en el Cabildo está procesado, por presuntos delitos relacionados con la ordenación del territorio. En los que él está implicado y complicado; y sigue tan campante, como el Johnnie Walter.

Oculta su participación en compañías promotoras y constructoras, una auténtica colusión de intereses.

No hace referencia a lo abultado de su patrimonio; sin justificar.

Elude hablar de las malversaciones de fondos y de otras trapisondas; que el tiempo se encargará de aclarar.

“Piensa el ladrón que todos son de su condición”. El padrino aplica a sus adversarios políticos la misma medicina que él viene recetando a sus clientes, secuaces y corifeos, desde hace veinticinco años: actuar de forma mercenaria a sueldo de terceros. Sucede que quien remunera en especies, tratos de favor, empleos y cargos públicos, es él; una vez separada su parte. A la vista está.

Cuando se le pregunta por los veinticinco años que lleva en la política trampeando, le tira la pelota a su homólogo de El Hierro, que lleva más tiempo que él. Y lo mete en el mismo saco: “la sartén le dice al cazo, apártate que me tiznas”.

La pérdida de la alcaldía de la capitál y de Hermigua, al padrino se lo anunciaron las encuestas. Como César, no hizo caso de los “Idus de marzo” y se le olvidó consultar a las sibilas. En cambio, recurrió a un procedimiento más solvente y más certero: “reunió una comisión insular de sabios del partido”, que le pronosticó que no era necesario modificar las listas electorales porque se iba a generar tensión. Qué pobreza, qué decepción, que tantos sabios juntos no alumbraran una solución. Ahora nos enteramos que el partido de los “socialistas gomeros”, con tanto sabio vacante, se ha convertido en una franquicia de la Universidad de Oxford.

¿Por ventura, queda en La Gomera algún sabio despistado? Si es así, que nos digan donde está su morada a ver si la encontramos ayudándonos con el candil de Diógenes.

Si por casualidad fuera Sócrates, nos uniríamos a sus discípulos en el Ágora para practicar su método y su doctrina.

Si es Platón, bajaremos a su caverna en compañía de Kart Smitt, para apropiarnos del proyector de las ideas, de los conceptos, de las imágenes y de las metáforas. Quien ame la tempestad y el peligro, debe escuchar a Platón.

Si lo que se pretende es ejercitar el soliloquio, el diálogo, el debate, la critica, la ironía, la sátira o la confrontación dialéctica, entonces hay que acudir a Catón, Cicerón y Séneca.

¿Quedará algún hippy filosófico escondido en cualquier rincón remoto de la Isla? Que lo traigan ante nos.

“Prioriza los recursos públicos en políticas sociales”, dice. Lo correcto sería decir que los destina al clientelismo electoral. La Asistencia social no justifica el olvido y el daño causado al sector agrícola; el más relevante de la economía insular. No puede ser que una tierra fértil, con excedentes de agua, no produzca ni para su propio sustento. Hay que importar todo desde el exterior. Para las promotoras y constructoras si tiene prioridad. ¡Porque hay pastel! Una población avejentada, pensionada y subvencionada y una producción insular bruta, morfológicamente plana, este es el panorama desolador.

Malas prioridades, gobernantes nefastos. No existe una política de “buen gobierno”, como reclama Maquiavelo desde el siglo XV; sino un “desgobierno de lo Público”, como denuncia el profesor don Alejandro Nieto en su última y magistral obra.

“Hay quien me quiere hacer daño intentando erosionar mi imagen”. Las fiebres delirantes que provoca el miedo le llevan a una paranoia maniaco-persecutoria. El daño se lo ha hecho él, asimismo, con sus perversiones de la Política. A estas alturas no es que esté erosionado; justamente está pulverizado. Lo que se trata de hacer ahora es un experimento de alquimia. Con la colaboración de nuestro amigo el mago Fulcanelli. Del estado sólido mutarlo al estado líquido: licuarlo. Envasarlo después y precintarlo. Por último, llevar la botella y depositarla en la Fiscalía anticorrupción, para que no manche.

“El momento para finalizar el trabajo político lo pondré yo y no los ciudadanos”. Que arrogante y lapidaria expresión, copiada de Napoleón. Suena a testamento oral o a últimas voluntades. Incurre en una inconcebible preterición, en un olvido imperdonable: ignora que hay un supremo poder del Estado, cuya función es juzgar y hacer ejecutar lo juzgado. El poder es una fémina, una emperatriz, y atiende por el nombre de Justicia. Intuyo que será S.M. Imperial la que resuelva si lo expulsa de la política, otra vez, y lo mete entre rejas. Para mayor escarnio y descrédito de su partido, al que pone en una evidencia, por la falta de diligencia y por no tomar las medidas oportunas en el momento más indicado.

Siendo verdad que los dioses del Olimpo han derramado sus gracias con toda generosidad sobre el padrino, otorgándole ciertos dones inaccesibles para el común de las otras divinidades, como son la videncia y la ubicuidad; estamos “desconsolados” por conocer algunos extremos que se nos escapan:

¿Dónde se encontraba el alcalde cuando el trágico incendio del año 84 en su municipio? ¿Acompañando al Gobernador Civil, al presidente del Cabildo y al delegado insular del Gobierno?, rotundamente no. ¿Intentando combatir el fuego?, tampoco. ¿Enredado entre los cabos de las sogas que despertaron y alborotaron a las campanas y al vecindario?, pudiera ser. ¿En una timba en casa de María Santos?, lo propio. ¿Entre sábanas con una resaca?, posible.

¿Quiénes fueron los fulanos en tiempos en que el padrino era el alcalde, que allanaron el despacho del gerente del Hospital Insular, le sustrajeron su correspondencia confidencial con un importante político, la fotocopiaron y la introdujeron en los buzones de los domicilios particulares de señalados militantes del partido? Con la intención espuria, perversa e insidiosa de atentar contra el honor y la dignidad de ambos. Insinuando abiertamente una relación íntima que, en aquellos tiempos mojigatos, era socialmente rechazada.

La noche de los cuchillos largos. ¿Qué participación tuvo el padrino en las secuencias de la película que comenzó al mediodía en Chipude y terminó a la medianoche en la capital?. Era ya presidente del Cabildo y la escandalera “etílica” se produjo dentro del congreso insular del Partido Popular. Fue el detonante que provocó el cese fulminante del delegado insular del Gobierno. Por su conducta impropia y lamentable. ¿Porqué no se le disuadió y aconsejó, en el estado en que se encontraba, y se le abandonó a su mala fortuna?. ¿Cómo es que a continuación el padrino la emprendiera con amenazas e intimidaciones, en contra del corresponsal que cubría la información para un periódico de la provincia, intentando silenciarlo por la fuerza?.

¿Qué clase de conductas son estas?. ¿En qué espacio nos movemos?. ¿Estas situaciones no definen, explicitan y reflejan un estado mafioso?. Una estructura social donde la entrega obscena y la fidelidad perruna es la clave para la supervivencia y la promoción.

ROBESPIERRE

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