
Se refería el chiste a un viejo gomero que, bajo el recalmón de la tarde y sentado en una piedra del camino con su sombrero calado hasta las cejas, explicaba a los visitantes el método para trazar las carreteras con tantas curvas: soltaban un burro y detrás hacían la carretera. Cuando inquirieron como se las arreglaban ahora que ya no existían estos animales en la Isla, el viejo les respondió que traían a un ingeniero de Tenerife que las trazaba por donde mismo había pasado el burro.
No obstante, el chiste no se ajusta plenamente a la realidad, pues si bien en las carreteras del sur con las remodelaciones y túneles se han modificado los trazados acortando las distancias, en las del norte se mantiene el antiguo camino del asno, con las mismas curvas y el mismo recorrido. Y como en toda regla hay excepciones, se ha de señalar ese túnel lleno de curvas que serpentea paralelo a las laderas de las montañas entre San Sebastián y Hermigua por donde nunca pasó un burro.
Sin embargo, esta carretera del norte de La Gomera (TF-711), que ya estuvo cerrada durante dos años en interés de la empresa constructora del túnel sinuoso para cobrar casi el doble de lo presupuestado, presenta un escollo a su paso por Hermigua, ya que las retenciones y atascos que encuentran los conductores a lo largo de tres kilómetros les emplean en ocasiones hasta casi media hora en su trayecto.
La necesaria solución a este escollo, que debió ser prioritaria y es lo único pendiente en la remodelación de esa carretera, se ha ido postergando reiteradamente a lo largo de los años hasta que en 2005 el Gobierno Autónomo se dispuso a gastarse treinta millones de nuestros euros en un proyecto que llamó “Travesía de Hermigua”.
Entre todas las soluciones posibles, alguna con un costo inferior a la tercera parte del presupuesto, optaron no solo por la más cara, a casi 10.000.000 € el kilómetro (1.663.860.000 Ptas.), sino también por la más lenta y perniciosa, desarrollando los ingenieros su proyecto por donde mismo había pasado el jumento.
Se pretende atravesar el pueblo con una especie de avenida sobre grandes muros, plagada de innecesarias rotondas y con aparcamientos a ambos lados, precisamente en una época en que priman las calles peatonales y las circunvalaciones.
Las obras dicen que se han adjudicado a la empresa constructora del túnel de las curvas, a cuyo dueño impuso el presidente del Cabildo una medalla a título póstumo. Tal vez por haberse enriquecido a la sombra de la entidad.
Ya es grave que, existiendo otras alternativas, al menos tres años de taponamientos por las obras de ejecución de ese proyecto pongan en serio aprieto la paupérrima economía y la supervivencia de toda la zona norte de la isla de La Gomera.
Don Casimiro Curbelo, que se opone a la ampliación del aeropuerto al no ser ya rentable electoralmente, salió de inmediato en carrerilla por la Travesía de Hermigua pidiendo que se realizaran las expropiaciones forzosas y se comenzaran inmediatamente las obras.
Es curioso que el Sr. Curbelo, tras tantos años sin importarle mucho el tapón circulatorio de Hermigua contrariamente a como lo hizo con el acceso a La Lomada o al nuevo hospital bajo las aguas del barranco, se interese de pronto inusitadamente por la aberrante Travesía.
¿Por qué ahora tiene tanta prisa el Sr. Curbelo? ¿Teme acaso que se perjudique a la empresa concesionaria con otro proyecto menos oneroso? ¿O quizá pretende atribuirse algún mérito para la rentabilización electoral del adefesio?
¡Ya es difícil que un burro sea ingeniero! Aunque en La Gomera…… En La Gomera dicen que el más tonto es abogado.
Sin dudar de las cualidades benefactoras del Sr. Curbelo, presidente del Cabildo, diputado, senador y escritor dominguero, tengo la absoluta seguridad que no es ni tonto ni burro. Y es que esa breva de mas 30 millones de euros para unos tres kilómetros de travesía es un “pastón” que da para mucho.
Amalahuigue
1 comentario:
hola estube rebisando tu blog, te invito a rebisar el mio chaooo
yenyt
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