
En el pasado mes de agosto del presente año noveno del siglo XXI, de la mano de don Casimiro Curbelo y de doña Pilar Hernández, recorrió barrancos gomeros en su visita a la Isla doña Carolina Darias, delegada en Canarias del Gobierno de España que preside el Sr. Zapatero desde el sangriento atentado irresoluto del 11-M. Y dijeron las mismas paparruchas de siempre: seis millones de euros por un lado, cuatro millones por otro, millón y medio por acá o veinte por allá, cinco por avión y doce por barco, o 120 millones al ancho y 400 milloncitos más al largo insular.
Así se explayaron con la “magnanimidad” de su Gobierno de España, que es el nuestro, en el reparto de nuestro dinero, como si fuera el suyo, “para mejorar la calidad de vida de los gomeros”, enriqueciéndonos cual catalanes, aunque, en realidad, quienes se enriquecen son un político, dos contratistas y medio funcionario. Los demás, todo lo contrario: a joderse, a pagar más impuestos, tasas, multas y suculentas sanciones por nimiedades insignificantes para enriquecerlos a ellos, a los ricos, a los banqueros y a los partitócratas de pacotilla que se autodenominan pomposamente “demócratas”. ¿Acaso no les avergüenza hacer alarde de tanto derroche inversor en medio de esta miserable crisis empobrecedora de súbditos manipulados que está llegando?
La comitiva insular de doña Carolina Darias pasó por el pueblo de Hermigua, y aquí, en este pueblo marginado durante muchos años por el Sr. Curbelo y sus lacayos, visitó las obras de la travesía de hasta 30,6 millones de euros que encandilan al presidente del Cabildo, y cuyos posibles e inevitables retrasos parecen quitarle ahora el sueño. Por último, anunciaron la próxima licitación de las obras de encauzamiento de los barrancos de Hermigua y Valle Gran Rey, con 4 y 8 millones de euros respectivamente.
Lo que no dijeron, tal vez por temer “desmerecimientos” personales, es que el encauzamiento de estos barrancos, al igual que el de la Junta en Playa de Santiago y el de la Cañada del Herrero en la Villa capitalina con presupuestos de 3,2 millones de euros cada uno, estaban incluidos en el Anexo I a) del Convenio de colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y la Consejería de Obras Públicas y Transportes del Gobierno de Canarias, de 26 de marzo de 2009, cuyo arranque se puso en escena el 13 del mes siguiente con la primera reunión en Las Palmas de su comisión mixta, en presencia de la ministra Espinosa, del consejero Hernández y de la delegada Darias. ¡No pretenda Vd. ahora, Sr. Curbelo, engañar a sus gregarios gomeros con esa tournée partidista que ninguneó al Gobierno canario retirando a su consejero de la foto!
En la noche mágica de los Reyes Magos de 2006 ya el periódico “El Día” nos traía el anuncio de que “tras un acuerdo entre el Cabildo y el Estado, por el que el Gobierno aportará a La Gomera 21,1 millones de euros, cantidad que se completará con fondos propios de la Institución insular y las transferencias del Ejecutivo regional, de forma que puedan canalizarse todos los barrancos de la Isla”. ¡Casi nada! Así, con la varita lenguaraz del Sr. Curbelo, “los técnicos de su Institución insular ya habían desarrollado muchos de los proyectos que permitirían iniciar el proceso de adjudicación de obras, entre las que se encuentran las que beneficiarán al barranco de La Junta, en Alajeró; el encauzamiento de la Cañada del Herrero, en San Sebastián, y el cauce principal del barranco de Hermigua”. Más de tres años y medio después, los encauzamientos en Alajeró y San Sebastián se culminan gracias al interés del Sr. Curbelo y su Cabildo, mientras que el del barranco de Hermigua ni tan siquiera ha sido licitado, debido al malvado desinterés.
Lo grave es que este encauzamiento del barranco no se haya incorporado en su día a la travesía de Hermigua desechándose el trazado de la misma en una variante por su margen, sin necesidad de cortes del tráfico y con una considerable reducción del costo y del tiempo de ejecución a la mitad, frente al ensanchamiento de la carretera actual TF-711, en base a una falsa protección de un comercio practicamente inexistente en ese pueblo, que oculta caprichosos intereses de especulación urbanística o de otro tipo, dignos de atención por parte de la Fiscalía Anticorrupción. Porque el trazado elegido de la Travesía de Hermigua, para taparle la boca al exalcalde, Sr. Mora, con don Antonio Castro de consejero (además ahora atascada porque, por trapicheo y sin licitación, pretenden incluir en ella otro proyecto ajeno de prolongación de una pista), no solo es dañino y perverso para el Norte de la Isla sino que raya en la malversación, al igual que otras inversiones públicas en obras o edificaciones infrautilizadas o que aún no se han usado, o sea, sin utilidad inmediata por dudosa rentabilización social.
Todo es cuestión de velocidades, y en las ultimas décadas se han hecho patentes también en la Isla de La Gomera dos velocidades distintas: una sureña veloz y eficaz en los feudos fredolsianos y casimiriles por donde se pasea don Julio Cruz, y la otra pasmosa en el Norte, marginal y en retroceso, que afecta a los municipios de Hermigua, Agulo y Vallehermoso. A la vista está, y el principal responsable no es otro que el Cabildo de San Sebastián, el de Casimiro, que, aniquilando su economía, les ha convertido en pueblos subsidiados por el caciquismo del PSOE, con una escoba para barrer los caminos y una limosna para la compra “democrática” del voto subsidiado.
Y dicen que van a licitar el encauzamiento del barranco de Hermigua. Tal vez lo hagan, ahora que ya no circula agua por el barranco, porque se han secado la mayoría de los manantiales. ¡Hasta los chorros de Epina! Y pienso que han desaparecido los nacientes norteños porque el Cabildo de Casimiro, con la inestimable ayuda de su lacayo Julián Horcajada, ha descubierto la pólvora y se ha inventado un emulable sistema vanguardista consistente en agujerear el Sur de la Isla para arrebatar el agua del Norte y luego devolver parte, con consumo de energía petrolífera, mediante un conjunto de bombas y tuberías.
Yo no sé si devolverán alguna agüita, pero, lamentablemente en el Norte de la Isla Casimira, “por el camino verde que va a la Ermita, las fuentes se han secado y las azucenas ya están marchitas”. ¡Y tanto!
Amalahuigue
amalahuigue@gmail.com
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