5 de agosto de 2008

Los "Nuevos" Alcaldes Gomeros


"¡Machacalo!", dice Ruyman que le pedía el Sr. Alcalde. Y entonces el teólogo exseminarista iba y lo machacaba, es de suponer. Porque él era quien hacía y deshacía en el Ayuntamiento de Valle Gran Rey, dado que el Alcalde, aquejado de grave enfermedad, depositaba en Ruymán toda su confianza, que no le retiró hasta que se transfugó en "nombre" del pueblo para erigirse alcalde él mismo, con la ayuda del PSOE insular y contra la opinión de los órganos superiores de este partido. Todo suena a mentira, como en el 11-M. Y Esteban le dijo en su cara al que fue seminarista que primero había engañado a Dios y después al Alcalde. Lo peor es que el trepa traidor también engañó a la población desde el momento en el que, desde su puesto de alcalde en funciones, se anotó al grupo mixto, ese que no es "ni chicha ni limoná" en apoyo de voto popular, pero que sirve para coger el bastón consistorial, con o sin expulsión de los costaleros.
Casimiro ha logrado al fin extender los rejos de su mafia hasta el municipio de Valle Gran Rey, que le habían vedado los votos durante todo su tiempo político. Dice que el motivo ha sido el mal gobierno municipal, del que, de ser cierto, el principal responsable es el que ahora es alcalde: el tránsfuga al que ampara. Otra mentira más. ¿Cuánto ha costado el tránsfuga? ¿O fue gratuita la traición? ¿Cuánto costará arreglar los cuartos de baño a los vecinos de Valle Gran Rey para cambiar su futuro voto, como en Alajeró? Por lo pronto, ya dicen que van a viajar a costa del Cabildo en el Garajonay Expres, casi gratis. Total, si otros disfrutan de gratuidad en Seguridad Social, libros, entierros y demás dádivas…
El "nuevo" alcalde sin sotana de Valle Gran Rey podrá seguir machacando, como antes a los unos que le indicaba Esteban, ahora a los otros que le ordene Casimiro. Tiene experiencia en ello. De hecho, ya comenzó en el machaqueo con el desalojo de los vecinos que le criticaban.
Aunque importante la conquista de Valle Gran Rey para la hegemonía casimiril sobre la Isla, esta no sería completa sin el feudo capitalino, por lo que el transfuguismo del Valle del Gran Rey ha de completarse con otra mixtura idéntica en San Sebastián. El problema es que aquí, Castilla es un viejo succionador de las mieles del poder municipal y que, desde el fortín de su magnífica mansión fredolsoniana, no está dispuesto a renunciar al bastón que ambiciona. Castilla vuelve a la cosa nuestra, aunque siga soltando alguna meada fuera de la bacinilla, y el tránsfuga, Padrón, ha de conformarse con otra "cosa" por sus favores. ¿Qué cosa será la "cosa"?
Para que el dominio de Curbelo sea absoluto y total sobre "su" isla de La Gomera, solo le resta el municipio de Hermigua. En Hermigua es fácil sin la morería. No es necesario ningún tránsfuga. En Hermigua es su alcaldesa quien puede decidir, que es funcionaria del Cabildo y vive donde mismo Casimiro. En Hermigua quien manda es Solveida. ¿Solveida o Casimiro?
Acompañado por la guitarra de Lopez Aguilar tras olvidar su "lucha" contra la corrupción en Canarias, los soplidos de la gaita de Blanco, Medina de palmero, las chácaras de Herrera, Arteaga y Darias, bajo la Cruz de Julio como en auténtica pintura de Velásquez, por las cumbres gomeras solo rueda la voz de Casimiro cantando aquello de:
Con dinero o sin dinero
hago siempre lo que quiero
y mi palabra es la Ley
…porque sigo siendo el Rey
Dicen que algunos son ricos, muy ricos, con tanto esfuerzo de cuerdas bucales en sus trapisondas. Y los gomeros, subsidiados y en paro, estamos muy contentos de sus riquezas, porque, mientras cacarean posicionándose entre ellos, nos "dan" viajes gratis, pinturas y escobas para barrer las carreteras y sacarnos del ganduleo.
Dimas, también rico, por chanchullos transfuguistas entró en la cárcel.

Amalahuigue

13 de julio de 2008

Detenciones, abusos e impunidad

La Cacería

En la España insular de Canarias, en la tinerfeña isla del Teide, la más alta de las montañas españolas, y en la Muy Noble, Leal, Fiel y de Ilustre Historia, Ciudad de San Cristóbal de La Laguna, también Patrimonio de la Humanidad, de Ana Oramas y otros, la noche reina en el “Cuadrilátero”, una zona de bares donde acuden jóvenes de toda la Isla para divertirse entre amables o insultantes gritos, entre cantos, risas, alcohol y coca-cola y en una amalgama de bondad y maldad que la moda y el “éxito” escolar contemporáneo han impuesto. Todo ello parece requerir una especial atención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y sus rectores. Pero allí, en medio de toda esa barahúnda lagunera, ni todos los jóvenes son malos, ni buenos todos los policías.
En ese Cuadrilátero de la Ciudad de Aguere, sobre las 3´15 horas del viernes 28 de octubre de 2005 una joven de 21 años cuando salió de un bar de la Calle Elías Serra Rafols, sin el menor atisbo de maldad y en un excelente comportamiento cívico lamentablemente poco frecuente, se interesó por los motivos por los que dos policías pretendían “llevarse” a un conocido suyo. Tras expresar, con o sin razón, con conocimientos o con ignorancia, en voz baja o vociferadamente, su protesta para ello por la simple carencia de documentos de identificación del chico y solicitar inútilmente la identificación de los policías, fue ella asimismo identificada con su DNI y luego detenida arbitrariamente por su entorpecedora intromisión, requiriéndosele se introdujera en el vehículo policial, a lo que se negó. Dicha negativa condujo a su detención forzosa por desobediencia. La chica, al desobedecer negándose a su propia detención, simplemente estaba haciendo valer su oposición a colaborar voluntariamente en un presunto delito de detención ilegal, lo que permite cuestionar también la legalidad de esta detención por infracción del artículo 634 del Código Penal. Porque, ¿acaso hay deber de obediencia para una orden de suicidio o de dejarse asesinar, violar, robar o detener ilegalmente, con prioridad al derecho a la propia defensa?
Y es que, independientemente de la legalidad de la detención pública de la joven por nimia desobediencia con menoscabo de su dignidad, esta fue absolutamente desproporcionada, al conllevar dicha acción, tras ser esposada, la denuncia, la ficha policial, e incluso su encarcelamiento y hasta una brutal y sanguinaria agresión de los policías en la comisaría, que le provocaron una hemorragia nasal y diversas contusiones, arañazos y hematomas en varias zonas de su cuerpo, acreditados por partes médicos y apreciables a simple vista por todos los que al mediodía presenciaron su declaración en el Juzgado de Instrucción nº 3 de San Cristóbal de La Laguna.
La agrupación de numerosos bares también en la calle Elías Serra Rafols con un solo carril de circulación puede producir aglomeraciones a la salida de los mismos a la hora del cierre, con afección a la circulación de vehículos, lo cual es más competencia de la Policía Local que del Cuerpo Nacional de Policía, cuya unidad con indicativo “Aguere 1” acudió frente al Púb. El Doblón, según sus declaraciones en el Atestado nº 12439, “requeridos por los conductores de varios vehículos” en vez de por su Centro de Comunicaciones, para solucionar un problema circulatorio porque “la calle Elías Serra Rafols estaba totalmente cortada al tráfico rodado debido a la gran afluencia de personas”.
Las declaraciones policiales no constituyen presunción de veracidad alguna. Solo prevalencia o relevancia probatoria, salvo prueba en contrario o contradicción. Y es que en el mismo Atestado se añade que “al llegar a la zona (y) se observa gran número de personas, cantando y gritando en medio de la calle, logrando abrirse paso los actuantes con el vehículo policial y aparcando cerca del lugar”.
Si la calle estaba cortada al tráfico, tendrían que aparcar su vehículo antes de llegar para solucionar el problema y no cerca del lugar, como dicen que lo hicieron, después de haber pasado.
Es falso, por tanto, que la calle estuviera “totalmente cortada al tráfico rodado”, por lo que, si el Atestado es un documento público, dicha afirmación es una falsedad en el mismo que, no solo atenta contra el Código Penal (Art. 390.1.4º), sino que contamina las declaraciones policiales anulándolas de pleno derecho.
Y es que, según el atestado, se abrieron paso “a la vez que pedían refuerzos debido a la hostilidad presentada por los allí presentes contra el vehículo policial” y aparcaron luego, no para arreglar el problema circulatorio ya solucionado, según parece, sino “para evitar cualquier tipo de altercados” y, para ello, entre un gran número de vociferantes cantores alborotados sobre los que, dicen, destacaban en el enorme bullicio nocturno “los gritos e insultos de dos de ellos hacia los policías, quienes resultaron ser los dos varones” que carecían de documentos de identificación, motivo este y no el de los “gritos e insultos” por el que pretendieron detenerles cuatro policías nacionales, “siendo protegida su acción por varios Policías locales que se encontraban de servicio en la zona”.
El aparcar el automóvil policial cerca del lugar, más que “para evitar cualquier tipo de altercados” da la impresión que fue para provocarlos, cual cacería en la que sus objetivos fueron identificados en la oscuridad de la noche “visualmente por los actuantes, vistiendo uno con un polo blanco y otro con una camiseta amarilla” en base a sus “gritos e insultos” en medio de tanta gente.
Según dicho Atestado, en esta múltiple detención forzosa, de una parte, al menos seis policías entre actuantes, refuerzos y protectores, y de la otra, dos varones indocumentados y la joven. Precisamente esta es la que, por su debilidad, se llevó la peor parte en la agresión policial, lo cual constituye un inadmisible abuso de poder con desproporcionalidad manifiesta. Y es que también puede haber policías como los actuantes, cobardes y abusadores, capaces de agredir a puñetazos a “desobedientes” mujeres esposadas. Porque la persecución del delito, derecho y obligación de los miembros de las Fuerzas de Seguridad en España, no les exime legalmente de responsabilidad en sus extralimitaciones inadmisibles, extralimitaciones cuya permisividad, con mayor o menor frecuencia, constituye evidentes encubrimientos.



El Escaparate

Ya las cuatro de la madrugada de aquel día 28 de octubre de 2005 habían pasado cuando le despertó el teléfono sobre la mesilla de noche. Al otro lado de la línea telefónica le dijeron que llamaban de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de San Cristóbal de La Laguna para comunicarle que su hija estaba allí detenida por “resistencia a la Fuerza Pública”.
El padre se levantó de la cama y se fue caminando a la Comisaría, donde nada le añadieron sobre los motivos de la detención, solo que estaba encarcelada, incomunicada y que por la mañana la pondrían a disposición del Juzgado de Guardia, por lo que regresó a su casa seriamente preocupado, sospechando que algo muy grave habría hecho su hija ya que en España, pensaba, por una simple “resistencia” es muy difícil que una mujer de normal comportamiento y sin ningún antecedente duerma en un calabozo, y ello ni tan siquiera en otros tiempos de la denostada dictadura.
El Juzgado de Instrucción nº 3 de San Cristóbal de La Laguna esa mañana era como un escaparate en el que aquellos bajos del Hotel Nivaria podían contemplarse desde el callejón peatonal exterior a través de una puerta abierta de par en par, a la que se accedía por una rampa de hierro que salvaba un desnivel de un medio metro. Allí dentro, un mostrador separaba la parafernalia judicial del público expectante, el cual podía apreciar perfectamente como cada detenido, presunto inocente con esposas o sin ellas, era trasladado por policías a través de una escalera interior, desde un supuesto sótano hasta una de las nueve mesas que ocupaban la estancia. Porque eran nueve las mesas tras el mostrador expuestas al público en ese Juzgado lagunero, cada una de ellas con su correspondiente ordenador frente a un agente judicial con las manos sobre el teclado y un abogado defensor, cual “convidado de piedra” sin comunicación previa con el detenido. Como brincando de mesa en mesa, un señor tomaba apresurada declaración a estos como si tratara de achicar trabajo, en contraposición a esa lentitud jurídica tantas veces atribuida a la Justicia en España.
Tras varias horas de espera con estas disquisiciones mientras contemplaba aquel trajín, dos mujeres que pronunciaron el nombre de su hija en una de las mesas llamaron su atención, escuchando además perfectamente sus despectivos comentarios sobre las “borracheras” en El Cuadrilátero y la “desobediencia” como motivo de la detención, lo que constituyó realmente un alivio para él, aunque indignante si dicha desobediencia careciera de la gravedad mínima requerida para que una joven pase la noche en un calabozo.
Aquel padre palideció al ver el estado en el que condujeron a la joven hasta esa mesa, magullada y con señales de agresiones. No fue de una reyerta como pensó, porque entonces la chica, temblando no sé si de miedo o del frío mazmorrero, se quejó entre llantos de que le habían pegado los policías y, como negara los empujones de los que le acusaban mientras el Sr. Juez le leía el Atestado policial, mirándole sobre las gafas que cabalgaban casi en la punta de su nariz, le espetó que “la policía no tenia porqué mentir”. El padre protestó por ello desde el mostrador, por lo que fue expulsado de la estancia. Y yo me pregunto… ¿cómo que no tiene porqué mentir un policía después de esposar y zurrar a una mujer detenida por desobediencia leve, cuando ya el mero hecho de encarcelarle por ello constituye por si solo una extralimitación digna de tener en cuenta dentro de una mínima ecuanimidad jurídica?
Y uno piensa que tales predisposiciones judiciales sobre quien tiene o no tiene porqué mentir, pueden convertir en paparruchas los derechos fundamentales amparados por el artículo 24 de la Constitución Española referente a la “tutela judicial efectiva de jueces y tribunales”, dado que tampoco en el Cuadrilátero lagunero todos los policías han de ser veraces y falsarios todos los jóvenes.



El Cadalso

Para contrarrestar esa lentitud que se achaca a la Justicia española, con merecimiento o sin él, los políticos y legisladores se han sacado de su “chistera” una especie de Justicia “instantánea”, como si la eficacia judicial fuera consustancial solo con imprimirle velocidades de vértigo en determinadas circunstancias y al margen de que “en ningún caso pueda producirse indefensión”, tal y como proclama también el vigésimo cuarto artículo constitucional.
Así, el mismo viernes 28 de octubre de 2005 el Juzgado de Instrucción nº 3 de La Laguna señaló la celebración del Juicio de Faltas para el miércoles, 2 de noviembre, cinco días más tarde y con un fin de semana y un “puente” en medio, al parecer, tiempo estimado suficiente para que los imputados aportaran con un solo día hábil todos los medios de prueba que demuestren o no su presunta inocencia. Al parecer, el enjuiciamiento por “desobediencia leve”, aún con partes de lesiones, es algo de poca importancia que solo precisa de una rapidez inusitada y no de una Justicia estricta donde la tutela sea realmente efectiva.
Cuando llegó el “poli boxeador” y tranquilizó a su compañera diciéndole que “estaba todo arreglado” se celebró el juicio, con retraso sobre la hora señalada, presidido por el mismo Juez predispuesto cinco días atrás sobre quien no tenía porqué mentir, sentado con las mismas gafas en medio de la alargada mesa sobre aquella tarima de la Sala de Vistas. En otra mesa a su izquierda una señora rubia de mediana edad, como representante del Ministerio Fiscal que tiene la misión de promover la acción de la justicia en defensa “de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y el interés público tutelado por la ley”. En la tercera mesa, a su derecha, una joven abogada morena pretendía defender a uno de los imputados. Enfrente y en primera fila bajo la tarima, de derecha a izquierda, los tres imputados y a continuación los cuatro policías, tras los cuales un funcionario judicial ocupaba una cuarta mesa. Por último el público, constituido solo por dos personas: el padre de la chica y un funcionario del Área de Bienestar Social y Calidad de Vida del Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, cuya identidad y cometido no tenía que importarle al otro.
Empezó a declarar el policía último en llegar que llevaba la voz cantante, y digo que llevaba la voz cantante porque, con la venia de su Señoría y exhibiendo cierta prepotencia, lo hacía en nombre propio y en el de sus compañeros sin vergüenza alguna. Y el señor policía “que no tenía porqué mentir”, sin mencionar atascos circulatorios, se despachó refiriéndose ampliamente a carencias de documentos de identificación, insultos, empujones y puñetazos, que fueron considerados como “hechos probados”. También se consideraron como tales las “pequeñas lesiones” acreditadas médicamente y causadas por los funcionarios actuantes “con la mínima fuerza imprescindible para reducirlos” “que tardaron 7 días en curar”, cuando hasta entonces solo habían trascurrido cinco y aún no habían sanado, tal y como pudo apreciar esa misma mañana el médico forense. En dichos hechos no se acredita que los policías se negaran a identificarse, aunque tampoco que se identificaran, a pesar de los intentos en este sentido de la Sra. Fiscal. La abogada, tras indicarle previamente su Señoría que abreviara por la tardanza, solo logró que constara como hecho probado el reconocimiento de su representado de haber roto el cristal del vehiculo “al defenderse”.
La Sentencia de ese Juicio de Faltas Inmediato dictada por el mismo Juez instructor, decretó culpable a la agredida, condenándola “a la pena de 30 días de multa a razón de 3 euros día”, no por agresión, ni por insultos, sino como autora “de una falta de desobediencia del Art. 634 del C.P.”, sin que tampoco dicha palabra, la desobediencia, apareciera por ninguna parte entre los hechos que fueron considerados como probados.
Con sus lesiones aún sin curar, la maltratada fue a buscar quien le prestara los euros con que pagar su “culpa”, mientras los agresores, pudieron continuar impunemente con sus “meritorias” aficiones cinegéticas.



Los Espejos Rotos

Sin hacer mención a que usaran gafas, el viernes, 27 de junio de 2008, el periódico “La Opinión de Tenerife” publicaba en su página 56 como la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, en Sentencia hecha pública el día anterior, condenaba a dos policías locales de Arona a tres años de cárcel, ocho de inhabilitación y 880 euros de indemnización al denunciante, un ciudadano de origen argelino “al que supuestamente los agentes han detenido en varias ocasiones y han propinado golpes”. Les condenaron “por detención ilegal y una falta de lesiones”.
Ahora se pide un indulto para estos dos policías delincuentes porque “no han hecho nada y se sienten absolutamente inocentes”, según asegura el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Arona, Manuel Reverón.
¡Caramba con la Audiencia! ¿Será cuestión de lentes, don Manuel, como en la ciudad Muy Noble, Leal, Fiel y de Ilustre Historia? Si a pesar de la Sentencia de la Audiencia son absolutamente inocentes, en compensación por su reiterada “eficacia”, más bien ascenderlos, tal y como han podido serlo los que detuvieron, encarcelaron y golpearon, a la desobediente chica lagunera que, sin necesidad de indultos, vieron alejarse esos posibles tres años de cárcel y ocho de inhabilitación.
Al fin y al cabo en este “Estado de Derecho” español, desde Arona hasta Aguere o en el Madrid del 11-M y al amparo de los poderes, se rompen los espejos y los golfos se protegen y son ascendidos.
En las dictaduras solo impera su propia imagen, sin luz y sin espejos. En las partitocracias, los espejos sustituyen a la transparencia, y sus imágenes, que siempre son virtuales, engañan, sobre todo cuando están rotos. Aún más que si no los hubiera.
¡Que asco de espejos!

Amalahuigue

29 de junio de 2008

Las expropiaciones en la Travesía de Hermigua

En los últimos días del pasado mes de abril, posiblemente el Sr. Curbelo tuvo su contentura en el norte de la Isla, y no por los incendios y las subsiguientes diluciones dinerarias de la “pasta” pública, aunque tampoco me extrañaría, sino porque, al fin, fueron firmadas las actas previas a la ocupación de los terrenos por donde discurrirá, como los burros de antaño, esa travesía que va a arrasar el lánguido pueblo de Hermigua con más de quince mil euros por habitante.

Y es que, efectivamente y a pesar de que lo que se abonará por las expropiaciones debe ser una minucia en comparación con los más de treinta millones de euros del monto total de la obra en provecho de las contratas y sus repartos, vinieron por el pueblo unos representantes de la Conserjería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias a solicitar a los propietarios dichas firmas, sin dar ningún valor indicativo, ni máximo, ni mínimo, del precio al que la Consejería estaría dispuesta a pagar, y sin preguntar tampoco cuanto pedía el firmante por su bien a expropiar. Decían que daba igual la firma, puesto que, quien no estuviera de acuerdo podía acudir a los tribunales (¡faltaría más!) afrontando unos gastos judiciales tal vez superiores a lo que cobraría con la minucia, porque la Ley permitía la ocupación del terreno previo un depósito. Una Ley coactiva de “cheque en blanco”, propia de una dictadura o de una partitocracia con voto, que lo mismo dá. No en vano y a pesar de las apariencias, se trata de una ley de “expropiación forzosa”. Si ello es así, yo me pregunto: ¿para que quieren las firmas, si da lo mismo?

Hermigua, un pueblo que fue agrícola y minifundista como tantos otros en La Gomera, tras un enorme esfuerzo en realizar una infinidad de bancales sobre muros de piedra escalonados, ha visto emigrar a sus habitantes y declinar su agricultura ante la falta de rentabilidad o pérdidas en el cultivo. Ello, bajo los auspicios de quienes ponen poliada en sus sillones de autoridad política para eternizarse con sus dádivas, silencios o auto alabanzas, como el consejero palmero de casi todas las consejerías, Sr. Castro, el padrino de la Isla, Sr. Curbelo, y el que fue alcalde, profanador de muertos y compañero de Néstor con interrogación, Sr. Mora. Estos terrenos, que a la fuerza se expropian gracias al impulso, pautas o directrices, de los mencionados señores a la funesta travesía, fueron dedicados al cultivo de plataneras con regadío y algunos de ellos, hoy en barbecho, son calificados mezquinamente de “matorral” por estos de la Consejería que vienen de Tenerife y en beneficio de quienes se llevan el mogollón: contratista y “a látere”. ¿Matorrales? ¿Que matorrales, si podrían volver cultivarse hoy mismo?

A la fuerza, en las dictaduras y en las partitocracias, los paganos siempre son los mismos: los más débiles, los expropiados, los que han de firmar en blanco sin remedio.

Amalahuigue

amalahuigue@gmail.com

Una Curva en la Rotonteria de Hermigua

El 15 del presente mes de abril expresé mi opinión crítica con la travesía de Hermigua en el periódico “El Día” y en el digital www.gomeraverde.com. Mi agradecimiento por su publicación. Me oponía al proyecto para el ensanchamiento de esa carretera de principios del siglo pasado, plagándola de amplias rotondas innecesarias. Una auténtica “rotontería” para encandilar al personal, cuando raramente coincidirán al mismo tiempo dos automóviles en una misma rotonda. Me oponía por el desmesurado coste del proyecto. Me oponía porque, por las características del terreno y si no se cuelgan del cielo, se precisan enormes muros que serán despeñaderos mortales, con ingentes cantidades de material de relleno que se ha de buscar y transportar. Me oponía porque se expropian forzosamente viviendas cuya demolición hubiera podido evitarse. Me oponía porque no se eliminan todos los estrechamientos, que mañana podrán volver a producir atascos. Me oponía porque, en un pueblo agrícola, no facilita el acceso a otros terrenos de cultivo. Me oponía porque no hace innecesarias las estaciones de bombeo de aguas fecales. Me oponía porque no se aprovecha suficientemente para encauzar el barranco. Me oponía porque hay alternativas más económicas, útiles y beneficiosas, que carecen de estos inconvenientes. Me oponía y me opongo, en definitiva, porque pienso que ese oneroso proyecto es un bodrio que puede perjudicar y aniquilar lo que queda del pueblo de Hermigua, antaño floreciente.

Lo que me motivó a expresar públicamente mi oposición fue el interés inusitado del presidente del Cabildo por el comienzo de las obras.

Para acuciar aún más, el insigne político gomero Julio Cruz (que se pasea por Alajeró, trabaja en el Parlamento de Canarias y vive en San Sebastián de La Gomera, en el chalet que edificó sobre un terreno por donde iba a pasar una calle que no pasa), acaba de pedir explicaciones sobre el asunto al consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias.

Ese mismo día 15 y en el mismo periódico, el Sr. Curbelo vuelve a insistir otra vez más, en nombre del Cabildo, para urgir al Gobierno canario a “iniciar de inmediato las obras”, ahora apoyado por el vicepresidente, Gregorio Medina, que aclara que tiene financiación estatal, y se incluye en el Convenio de Carreteras Canarias-Estado. ¡Como si las perras que maneja Zapatero no fueran nuestras también!

Curbelo, o el que le escribe, advierte o amenaza “de que el retrazo en el comienzo de las obras puede motivar una subida del precio”, que era de 30,6 millones de euros en 2005. ¿Aún más cara, Sr.? ¡Vaya tela! ¿O acaso quiere decirnos que la obra se puede quedar a medias?

En ese escrito se dice, con toda lógica si no existiera otra alternativa mejor, que esa travesía beneficia a los municipios de Hermigua, Agulo y Vallehermoso, y que se pone especial énfasis “en la modificación de las curvas, para reducir su peligrosidad”.

En efecto, se modifica una curva. Una única curva, muy suave (el burro la trazó al galope) y sin peligrosidad alguna. Se trata de esa curva frente a la farmacia y el Centro de Salud que, para modificar su trazado, tiene la “bondad” de destruir gran parte de un pequeño y lindo parque. Existían otras dos curvas, una en La Vecindad, frente al colegio Mario L’ermet, y otra frente a la iglesia de La Encarnación, cuyas obras de ensanche y variación de trazado ya hace muchos años que han sido realizadas.

¡Menuda vaquita esta de la travesía de Hermigua para arrasar el pueblo con un enorme ubre de 30,6 millones de euros y con posibilidad de mancarse por el retraso! No sé porqué tengo el presentimiento de que, al ordeñarla, de alguna de sus tetas puede manar una escamoteable leche incolora. ¿Qué teta es esa? ¿Estará en ella el interés desmedido y reiterado del Sr. Curbelo y sus acólitos en urgir insistentemente el comienzo inmediato de las obras?

Amalahuigue

amalahuigue@gmail.com

Las carrerillas de Casimiro por la Travesía de Hermigua



Se refería el chiste a un viejo gomero que, bajo el recalmón de la tarde y sentado en una piedra del camino con su sombrero calado hasta las cejas, explicaba a los visitantes el método para trazar las carreteras con tantas curvas: soltaban un burro y detrás hacían la carretera. Cuando inquirieron como se las arreglaban ahora que ya no existían estos animales en la Isla, el viejo les respondió que traían a un ingeniero de Tenerife que las trazaba por donde mismo había pasado el burro.

No obstante, el chiste no se ajusta plenamente a la realidad, pues si bien en las carreteras del sur con las remodelaciones y túneles se han modificado los trazados acortando las distancias, en las del norte se mantiene el antiguo camino del asno, con las mismas curvas y el mismo recorrido. Y como en toda regla hay excepciones, se ha de señalar ese túnel lleno de curvas que serpentea paralelo a las laderas de las montañas entre San Sebastián y Hermigua por donde nunca pasó un burro.

Sin embargo, esta carretera del norte de La Gomera (TF-711), que ya estuvo cerrada durante dos años en interés de la empresa constructora del túnel sinuoso para cobrar casi el doble de lo presupuestado, presenta un escollo a su paso por Hermigua, ya que las retenciones y atascos que encuentran los conductores a lo largo de tres kilómetros les emplean en ocasiones hasta casi media hora en su trayecto.

La necesaria solución a este escollo, que debió ser prioritaria y es lo único pendiente en la remodelación de esa carretera, se ha ido postergando reiteradamente a lo largo de los años hasta que en 2005 el Gobierno Autónomo se dispuso a gastarse treinta millones de nuestros euros en un proyecto que llamó “Travesía de Hermigua”.

Entre todas las soluciones posibles, alguna con un costo inferior a la tercera parte del presupuesto, optaron no solo por la más cara, a casi 10.000.000 € el kilómetro (1.663.860.000 Ptas.), sino también por la más lenta y perniciosa, desarrollando los ingenieros su proyecto por donde mismo había pasado el jumento.

Se pretende atravesar el pueblo con una especie de avenida sobre grandes muros, plagada de innecesarias rotondas y con aparcamientos a ambos lados, precisamente en una época en que priman las calles peatonales y las circunvalaciones.

Las obras dicen que se han adjudicado a la empresa constructora del túnel de las curvas, a cuyo dueño impuso el presidente del Cabildo una medalla a título póstumo. Tal vez por haberse enriquecido a la sombra de la entidad.

Ya es grave que, existiendo otras alternativas, al menos tres años de taponamientos por las obras de ejecución de ese proyecto pongan en serio aprieto la paupérrima economía y la supervivencia de toda la zona norte de la isla de La Gomera.

Don Casimiro Curbelo, que se opone a la ampliación del aeropuerto al no ser ya rentable electoralmente, salió de inmediato en carrerilla por la Travesía de Hermigua pidiendo que se realizaran las expropiaciones forzosas y se comenzaran inmediatamente las obras.

Es curioso que el Sr. Curbelo, tras tantos años sin importarle mucho el tapón circulatorio de Hermigua contrariamente a como lo hizo con el acceso a La Lomada o al nuevo hospital bajo las aguas del barranco, se interese de pronto inusitadamente por la aberrante Travesía.

¿Por qué ahora tiene tanta prisa el Sr. Curbelo? ¿Teme acaso que se perjudique a la empresa concesionaria con otro proyecto menos oneroso? ¿O quizá pretende atribuirse algún mérito para la rentabilización electoral del adefesio?

¡Ya es difícil que un burro sea ingeniero! Aunque en La Gomera…… En La Gomera dicen que el más tonto es abogado.

Sin dudar de las cualidades benefactoras del Sr. Curbelo, presidente del Cabildo, diputado, senador y escritor dominguero, tengo la absoluta seguridad que no es ni tonto ni burro. Y es que esa breva de mas 30 millones de euros para unos tres kilómetros de travesía es un “pastón” que da para mucho.

Amalahuigue

amalahuigue@gmail.com