20 de julio de 2009

EL CASO CURBELO



No veo qué otro nombre le podría dar. Una cosa peligrosamente parecida a un ser humano, una cosa que manda y hace y deshace a su antojo en una isla llamada La Gomera. Este caso, esta enfermedad, este virus amenaza con ser la causa de la muerte moral de la Isla Colombina si un vómito profundo no consigue arrancarlo de la conciencia de los gomeros antes de que el veneno acabe corroyéndole las venas y destrozando el corazón de la isla más rica en biodiversidad del conjunto de las Macaronesias. Los valores básicos de la convivencia humana son pisoteados todos los días por las patas viscosas del virus Curbelo que, entre sus múltiples talentos, tiene una habilidad circense para abusar de las palabras, pervirtiéndoles la intención y el sentido, como en el caso del Socialismo Canario, que así se llama el partido con el que éste populista asalta el poder.

Le llamé delincuente a este virus y no me arrepiento. Por razones de naturaleza semántica que otros podrán explicar mejor que yo, el término delincuente tiene en castellano una carga negativa mucho más fuerte que en cualquier otro idioma hablado en Europa. Para traducir de forma clara y contundente lo que pienso del caso Curbelo utilizo el término en la acepción que la lengua de Nebrija y Cervantes le viene dando habitualmente, aunque sea más que dudoso que Cervantes lo haya usado alguna vez. Delincuencia, en mi lengua vernácula, significa, de acuerdo con los diccionarios y la práctica corriente de la comunicación, “acto de cometer delitos, desobedecer leyes o patrones morales”. La definición asienta como un guante en el virus Curbelo, sin una arruga, sin una tirantez, hasta el punto de parecerse más a una segunda piel que la ropa que se pone encima. Desde hace años el caso Curbelo viene cometiendo delitos de variable gravedad. Para colmo, no es que desobedezca leyes, manipule planes de ordenación y adjudicaciones administrativas, sino, peor todavía, las desprecia, las malinterpreta y las retuerce para salvaguarda de sus intereses públicos y privados, de político y empresario.

En cuanto a los patrones morales, ni merece la pena hablar, no hay quien no sepa en la Isla y en la Comunidad Canaria que el caso Curbelo hace mucho tiempo que cayó en la más completa abyección. Éste es el Presidente del Cabildo de La Gomera, éste es el virus que el pueblo gomero seis veces ha elegido para que le sirva de modelo, éste es el camino de la ruina al que, por arrastramiento, están siendo llevados los valores de libertad, ética y dignidad que impregnaron la poesía de García Cabrera y la acción política de Ruiz de Padrón, esos que hicieron de La Gomera una guía espiritual de Canarias y los canarios. Es esto lo que el virus Curbelo quiere arrojar al cubo de la basura de la Historia. ¿Lo continuarán permitiendo los gomeros?.

Pido encarecidamente a la sociedad insular que se levante y se ponga de pié ante la dignidad de las cosas justas y en contra de la corrupción y el alienamiento.

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