Uno no sabe exactamente si en la “clase” política hay gilipollas, y, de haberlos, si algunos son gilis en su integridad. Claro, que como “de todo hay en la viña del Señor”, según el refrán, hay quienes tienden a sospechar que, al igual que las brujas en Galicia, “haberlos haylos”, sobre todo, aquellos que se aferran a sus puestos arrebañando votos con dinero público mientras alardean de su condición democrática. ¿O Dimas Martín es el único responsable de haber comprado algún voto en Canarias y en España?.
Ahora parece que el Gobierno español pretende realizar unos gastos públicos significativos en una campaña que coaccione nuestra libertad de voto en relación con el Referéndum sobre la Constitución Europea. Y uno piensa que España no debería entrar en esa gilipolléz de confusión política antidemocrática, porque no es lo mismo velar para que cada uno vote o no lo que le dé la gana, libre y responsablemente, que el machaqueo institucional con “consejos” de interés partidista.
Antes del brutal atentado de los trenes madrileños, del que quizá difícilmente algún día nos enteremos quienes eran los que estaban detrás, no gustó a algunos prebostes socialistas españoles que el Primer Ministro inglés recibiera en el nº 10 de Downing Street al Sr. Rajoy, supuesto “sucesor” entonces a la presidencia del Gobierno español, nombrado candidato a dedo por unanimidad de 500 PePeros. Efectivamente, un micrófono indiscreto captó una conversación entre los Sres. Ibarra y Almunia con el hoy Ministro de Defensa don José Bono, hijo del alcalde franquista y católico que no fue ni rico ni pobre. Parece ser que el Sr. Bono comentó que el Premier británico era un “imbecil” y un “gilipollas integral”. Y uno no sabe si el Sr. Bono mintió o no, cuando dijo lo que dicen que dijo o cuando se desdijo de lo dicho, con esas afirmaciones difundidas por los medios de comunicación respecto al líder laborista inglés, compañero fotográfico del Sr. Aznar, no solo en Las Azores sino también en Andalucía durante sus días vacacionales de la Semana Santa en el Coto Doñana, hace ya más de seis años, pocos días antes de la tóxica riada sueca de Aznalcóllar.
Donde no parece que hubiera gilipolleces es en las celebraciones del tricentenario de ocupación sobre los 6 kilómetros cuadrados de Gibraltar, no solo con presencia de la Armada inglesa, sino también con la correspondiente alta representación gubernamental y de la realeza británicas. Algo así como un plante, tal vez en reproche a los despectivos comentarios del Sr. Bono hacia su Primer Ministro, Tony Blair.
Durante estos días del presente mes de agosto han estallado unas cuantas bombitas en el norte de España, concretamente en Asturias y Santander. Solo un herido. Los expertos les llaman “artefactos explosivos de baja intensidad” en los que parece que no se utilizó titadine. A pesar de ello, los medios de comunicación y el Ministerio del Interior han señalado la autoría de ETA desde un primer momento, sin que nadie haya salido a la calle esta vez exigiendo inmediatamente el esclarecimiento y la “verdad”. Probablemente, el Sr. Rubalcaba esté muy ocupado intentado demostrar que la subida del petróleo fue causada por la guerra de Irak, y el Sr. Zaplana que lo fue por la retirada precipitada de las tropas. Lopez Garrido, que saltibanqueando entre partidos como Pepe Carlos el de la Hacienda canaria sabe más de poliada que el palmero Antonio Castro, acusa a ETA y aprovecha para insistir otra vez más en la mentira de Acebes. El Sr. don Antonio Camacho, no el de Gescartera sino el Secretario de Estado de Interior y fiscal politizado como su tocayo canarión y adalid del encubrimiento, Antonio López, ya no se le entiende bien que quiere decir cuando se refiere a esas kale-borrokeras “desagradables formas de divertirse” capaces de producir 14 heridos, con un niño de 7 años entre ellos.
Uno no sabe si para acusar a ETA de que pudo haber sido la misma mano en estas bombas de Ribadesella, San Andrés de la Barquera, Vigo y Santander, se cuenta con más, menos o análogas pruebas que para el atentado del 11 de marzo en la capital de España. En su afán de notoriedad, quien si puede que lo sepa es el Sr. López Garrido. Y también el Sr. Bono, quien ya es notorio “per se”.
Porque el populista Ministro de Defensa, don José Bono Martines, declaró textualmente a Tele-cinco, refiriéndose al atentado madrileño del 11-M, que “es tristísimo, tristísimo, que en esa ocasión los asesinos dijeran la verdad, los de ETA, y el Ministro del Interior dijera una mentira. Y eso es así, con Comisión o sin Comisión”.
O sea: - ¿Que los asesinos fueron los de ETA?
- ¿Que los asesinos dijeron la verdad?
- ¿Que el Ministro del Interior dijo una mentira?
Pues eso no es así, con Comisión o sin Comisión, si la mentira citada se refiere a la acusación del Sr. Acebes de la autoría de ETA. Porque la frase del Ministro de Defensa es una contradicción que entraña necesariamente una falsedad. ¿Nos miente el Sr. Bono? ¿Dónde está la mentira entonces? ¿O acaso somos todos gilipollas integrales?
Gomera21 17/08/04 Amalahuigue
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11 de febrero de 2006
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