10 de febrero de 2006

Las Marquesinas de Oro

No acostumbra oírse decir por estos lares que en alguna obra de algún organismo público haya sobrado dinero. Bien al contrario, casi siempre “falta” y, que se sepa, no precisamente por escasez de su presupuesto inicial que no solo acostumbra ser suculento sino que hasta se aumenta una, otra y más veces, para poder llevarla a término, y todo ello gracias a la varita mágica multiplicadora de los panes y peces públicos que hábilmente maneja el correspondiente político de turno con la ayuda de algún pobre constructor amigo. Son maravillas democráticas de los políticos demócratas, pasteleros de poder con los votos de quien sea y como sea. Porque democracia de votos, como en La Gomera y a pesar de las diferencias, también hay allá en Tucumán y en Ciudad Juárez, o acá, en la isla de Lanzarote o en otra cualquiera.
Dicen que, a pesar de las enormes listas de espera, es una pasada el Hospital del Doctor Negrín en Gran Canaria y no menos el Auditorio de Tenerife que costó más de tres veces lo que en principio dijo que valía su inventor, el Sr. Calatrava, que se inauguró sin una licencia definitiva de apertura del Sr. Zerolo y parece haberse terminado gracias a los movimientos de la mágica batuta que el Sr. Melchior recibió de su iniciador, el presidente Martín, “sintonizado” con el otro Martín, el multicondenado Dimas, que dicen que manda con sus votos en Lanzarote, incluso con los contratiempos de indultos de larga mecha. Porque hay gentes para quienes estas majestuosas sintonías musicales mágicas del pajarraco blanco con pico de mirlo acuático, que dijeron que valía menos de la tercera parte de lo que dicen que costó, son mucho más que demasiado y más de una, dos y tres pasadas en la rosca sinfónica de las prioridades de la isla del padre Teide, que ahora anuncia con páginas enteras de los periódicos las piedras primeras en un carril sin tren en la Autopista del Sur, detrás de lo cual sí que está don Antonio, el palmero de la poliada en el asiento y la pirindola sobre la bacinilla, que en el nuevo Gobierno Canario una vez más vuelve a repetir de lo mismo.
Ello no quiere decir que en las “menores” de estas Islas Afortunadas no se produzcan incluso mayores “pasotadas”. Ahí está, por ejemplo, el Matadero de La Gomera, cuya nave dijo la prensa en la última década del siglo pasado que había costado más de doscientos millones de las pesetas aquellas que aún traían algunas el busto de Franco, independientemente de las posteriores asignaciones para equipamientos y demás que no vamos a tener en cuenta y que han podido suponer otros cien milloncitos ( http://80.81.104.134/2003-09-22/islas/islas0.htm ).
Un excelente constructor, con título, conocimientos y larga experiencia, estimaba entonces en unos treinta millones el coste real de los aproximados 1000 metros cuadrados construidos. Doscientos millones es más que el doble del triple de esta cantidad y parece más lógico y razonable pensar que el coste de un metro cuadrado de nave estuviera entonces más próximo a las treinta mil pesetas que a las doscientas mil que se deducen de lo que dijo la prensa, cercano más bien al precio de venta actual de la vivienda, que es lo que se dice que más se ha “inflado” en este país, si tenemos en cuenta que 1.008,11 euros (167.735 Ptas.) es el precio máximo de venta del metro cuadrado de vivienda de protección oficial tasado por el Gobierno de España para el año 2003 (http://www.portal-local.com/tuca_not_not.asp?parametro=110 ).
Ahora con los euros muchos estamos despistados de los valores de las cosas y, aunque sabemos que la nueva moneda vale mucho más que la antigua, cuando nos enfrentamos a una cantidad superior a lo cotidiano tendemos a la imprecisión del soslayo para evitar complicados cálculos. Algo así me pasó cuando hace varios días leí en la prensa que Casimiro informa, destaca, recuerda y confiesa, que se han adjudicado tres marquesinas por la Corporación del Cabildo Insular de La Gomera con una inversión de 54.860 euros. En una segunda lectura me percaté que aquello era más de nueve millones de pesetas y me pareció excesivo para dichas construcciones, por muy “nobles” que sean los materiales de piedra, tosca, teja y madera de La Gomera o de donde sea, y me acordé de aquel Matadero que también me pareció entonces tan costoso.
En efecto, una marquesina en forma de porche, se construye con dos paredes y un tejado sobre una superficie aproximada de unos ocho metros cuadrados, por lo que el metro cuadrado de cada marquesina de Alajeró, con un presupuesto de 15.000 € (2.500.000 Ptas.) es de 1.875 € (312.000 Ptas.). La marquesina de San Sebastián, en El Molinito, tiene un presupuesto mucho mayor, con un incremento de 10.000 € (1.664.000 Ptas.), o sea que esta marquesina de marras va a costar (como mínimo, que luego pueden venir posibles multiplicaciones), según dicen, 24.810 € (4.128.036 Ptas.), a 3.101 € (516.000 Ptas.) el metro cuadrado. En definitiva....¿más de cuatro millones de pesetas cuesta una marquesina de unos ocho metros cuadrados?. ¿El costo de la construcción de un metro cuadrado de marquesina será más del triple del precio de venta de la vivienda de protección oficial?. ¡Ni que fuera de oro!.


Amalahuigue

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