Fueron sesenta niños y niñas. Fueron sesenta estudiantes de secundaria de todas y cada una de estas “islas de fortuna”. Cada niño en cada uno de los sesenta escaños del Salón de Plenos del Parlamento de Canarias se dispuso a hacer de aprendiz de político. ¡Buen oficio para enseñar!. Y parlamentaron y discursearon, en una pantomímica Sesión conmemorativa del Día Internacional de la Infancia, sobre el respeto a sus derechos establecidos por los mayores de todo el Mundo.
En las cuatro esquinas de aquella Sala de Señorías ampulosas resonaban las inocentes loas infantiles a la Convención sobre los Derechos del Niño proclamada por las Naciones Unidas otro 20 de noviembre, hace más de veinte años.
Mientras, fuera de cada escaño, los partitocráticos parlamentarios de todos los días escuchaban ensimismados, ufanos y autocomplacidos, los cantos infantiles de exaltación de esos derechos ratificados por España. Y permanecían también ausentes de aquella denuncia que cinco meses antes había hecho la psicóloga Begoña Barras en los medios de comunicación tinerfeños sobre más de un centenar de casos de abusos sexuales a menores de Santa Cruz de Tenerife en la impunidad por archivo de las causas, a pesar de la existencia de pruebas.
¡Hipócritas!.
Amalahuigue
10 de febrero de 2006
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